Boletín
N°212 - julio 2020
10/08/20
Cómo informar sobre la ciencia
vinculada a COVID-19
De un vistazo
·
El
periodismo trata de las personas, pero no hay que descuidar a la ciencia
·
Las
herramientas de verificación de hechos pueden ayudar a confirmar la información
·
No caiga
en el falso equilibrio periodístico dando cabida a científicos disidentes
Por: Charles Wendo, Daniela
Hirschfeld
No
todas las historias de COVID-19 son historias de ciencia
Por
qué es importante centrarse en la ciencia
Dónde
encontrar ciencia sobre COVID-19
Aspectos
clave para prestar atención
La COVID-19, enfermedad causada por el nuevo coronavirus
SARS-CoV2, ha generado mucha actividad de investigación en todos los
continentes.
Hasta el cuarto mes de la pandemia, la Organización Mundial
de la Salud (OMS) había agregado más de 3.000 publicaciones en revistas a su base de datos COVID-19. Estas publicaciones incluyen
trabajos de investigación y otros artículos científicos, como estudios de
casos, revisiones narrativas y opiniones.
Varios científicos están estudiando diversos temas, como el
origen de la enfermedad, la naturaleza del virus, la forma de propagación, la
posibilidad de eliminarlo, las pruebas de diagnóstico, la investigación de
drogas y vacunas y el vínculo entre COVID-19 y otras enfermedades.
Desde la perspectiva de los medios de comunicación, la multiplicidad de estudios de
investigación sobre COVID-19 ofrece una oportunidad para informar de historias
científicas sobre la pandemia.
Pero por un lado, mientras los
científicos generan continuamente conocimiento a través de la investigación,
todavía hay más preguntas que respuestas sobre la pandemia. Por otro, la
velocidad con la que los científicos realizan investigaciones y liberan nuevos
conocimientos sobre COVID-19 conlleva un mayor riesgo de publicar información falsa.
Se supone que la investigación sigue un proceso sistemático
con salvaguardas en cada paso. Cuando la investigación se realiza a toda prisa,
existe el riesgo de recopilar información inexacta, sacar conclusiones erróneas
y engañar al mundo con recomendaciones falsas. Esto requiere que los
periodistas sean más escrutadores al informar sobre la ciencia de COVID-19.
Al mismo tiempo, Internet y las redes
sociales están repletas de información retorcida, fabricada o a medias
sobre COVID-19. Por lo tanto, es importante poder diferenciar entre información
creíble y falsa.
Esta guía práctica aborda cómo informar sobre la ciencia de
una pandemia emergente como COVID-19. Si bien casi todos los ejemplos
utilizados a continuación tienen que ver con esta nueva enfermedad, los
principios discutidos pueden ser aplicables a otras epidemias y pandemias
emergentes.
No todas las historias de COVID-19 son historias de ciencia
Debido a que la pandemia afecta todos los aspectos de la
vida de las personas es fácil para un periodista prestar más atención a la
historia social que a la ciencia. De hecho, muchos artículos se centran en la
cantidad de casos nuevos, muertes, problemas socioeconómicos causados por
COVID-19 y controversias políticas en torno a la epidemia.
Los científicos continuamente realizan investigaciones para
responder ciertas preguntas, como por ejemplo "las personas que se recuperan
del COVID-19, ¿se vuelven inmunes al virus?". Así, reúnen evidencia y publican
sus hallazgos en una revista revisada por pares, después de lo cual se vuelve
aceptable como conocimiento científico.
Básicamente, lo que entendemos hoy como ciencia es una
colección de conocimiento producido a través de años de investigación por
varios científicos. Por eso, llevar a cabo una investigación científica también
se conoce como ‘hacer ciencia’.
El periodismo científico implica obtener este conocimiento
científico e informarlo en los medios de comunicación en un idioma que sea
comprensible para un público no especializado. Los periodistas científicos
pueden informar sobre nuevos hallazgos de investigación e innovaciones
o utilizar el conocimiento científico establecido para explicar un problema
social o un tema de plena vigencia.
Un informe periodístico sobre personas que fabrican y venden
máscaras de tela para COVID-19 no es necesariamente una historia científica. En
cambio, un artículo que muestre por qué y cómo la máscara de tela puede o no
detener la transmisión del virus sí es una historia científica, ya sea que se
base en un estudio o en un conocimiento científico establecido.
Por qué es importante centrarse en la ciencia
La ciencia proporciona la base para tomar decisiones
informadas. ¿Cómo sabemos si los médicos deben comenzar a recetar la cloroquina —medicamento contra la malaria— para tratar
pacientes con COVID-19? Es solo a través de la investigación que los
científicos pueden establecer si un medicamento, nuevo o viejo, es seguro y
efectivo en el tratamiento de una enfermedad.
¿Qué pasa con una política de cuarentena estricta
(confinamiento)? ¿En qué momento se debe imponer un confinamiento, cuál es la
mejor manera de hacerlo y en qué momento se debe levantar? ¿Las personas deben
usar máscaras y guantes todo el tiempo? ¿Qué tipo de máscaras se debe permitir?
Estas y muchas otras preguntas que los encargados de formular políticas, los
profesionales y las personas pueden tener en mente solo se pueden responder de
manera significativa a través de la investigación científica. Por eso, ignorar
la evidencia científica puede ser costoso para la sociedad.
Un buen ejemplo es la hipótesis ampliamente publicitada de
que la cloroquina podría ser útil en el tratamiento
de COVID-19. En marzo de 2020, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que la cloroquina había
mostrado "resultados muy, muy alentadores" en el tratamiento con COVID-19.
Inmediatamente después del pronunciamiento de Trump, la cantidad de personas que usan cloroquina
aumentó dramáticamente. Más médicos recetaron cloroquina para
sus pacientes y otras personas la usaron para automedicarse.
¿Estas decisiones se basaron en evidencia científica? No en
ese momento. De hecho, una investigación posterior no encontró ninguna evidencia de
que la cloroquina mejorara la salud de los pacientes
con COVID-19. Esto no significa que la cloroquina
definitivamente no funcione. Solo significa que ese estudio en particular no encontró
evidencia de que lo haga.
Los investigadores concluyeron que el mundo tendría que
esperar los resultados de un estudio a más largo plazo para saber si la cloroquina sería segura y efectiva para los pacientes con
COVID-19. ¿Es posible imaginar lo que sucedería si un gobierno instruyera a sus médicos a comenzar a tratar
a los pacientes con COVID-19 con cloroquina sin
evidencia científica?
Es cierto que el periodismo tiene que ver con las personas.
Esto, sin embargo, no es justificación para contar la historia social y dejar
de lado la ciencia. Cada historia social potencialmente tiene un ángulo científico,
pero hay que analizar y evaluar si el potencial ángulo científico es realmente
sólido y no involucra desinformación.
Siguiendo el ejemplo de Trump y la
cloroquina, ciertamente el hecho es de interés
periodístico, pero el ángulo científico no debe apuntar solo al aumento del uso
de la cloroquina a causa de los comentarios de Trump, pues de ese modo se estaría alentando a seguir un
ejemplo que no tiene respaldo científico.
La historia sería útil para la sociedad si se intenta
dilucidar si existe alguna justificación científica para el uso generalizado de
cloroquina. Un buen ejemplo es la historia de la BBC,
"Coronavirus y cloroquina: ¿hay evidencia de que funciona?", en la que
el autor utiliza el revuelo en torno a la cloroquina
como una noticia y luego profundiza en la ciencia.
Dónde encontrar ciencia sobre COVID-19
Si hay algo que se puede afirmar es que actualmente no hay
escasez de ciencia vinculada a COVID-19 a partir de la cual informar. Pero para
saber cómo hallar y valorar la información existente, a continuación
compartimos una serie de sitios web que se puede consultar regularmente para
conocer el surgimiento de nuevas investigaciones, desarrollos e ideas:
·
Cobertura
de SciDev.Net sobre coronavirus (en español)
·
Comunicados de prensa sobre COVID-19 en AlphaGalileo
(en inglés)
·
Comunicados
de prensa en EurekaAlert sobre COVID-19 (en inglés)
·
Cifras y estadísticas de COVID-19, de la OMS (en inglés)
·
Actualización oficial COVID-19, de OMS (en español)
·
Página sobre COVID-19 de la revista British Medical Journal (en inglés)
·
Guía sobre COVID-19 de la Federación Mundial de Periodistas
Científicos (en inglés)
·
Página sobre COVID-19 de The Lancet (en inglés)
·
Página
sobre COVID-19 de Nature (en inglés)
·
Página
sobre COVID-19 de The New England
Jornal of Medicine (en inglés)
·
Colección de artículos científicos sobre el coronavirus de la
Universidad de Cambridge (en inglés)
También puede encontrar información básica y recomendaciones
sobre COVID-19 en los siguientes enlaces:
·
COVID-19 en OMS (en español)
·
Guía
de CDC en COVID-19 (en inglés)
Aspectos clave para prestar atención
La ciencia siempre avanza
Al momento de escribir esta guía práctica, la información científica disponible es que
no existe una cura ni una vacuna para COVID-19, y no sabemos con certeza si
tomar cloroquina o remdesivir
—un medicamento desarrollado originalmente para tratar el Ébola— es eficaz en el
tratamiento de pacientes con COVID-19.
La OMS ha reunido consejos para el público basados
en la evidencia científica disponible. Sin embargo, esas
recomendaciones pueden modificarse cuando los científicos presenten nuevas
pruebas. Es una práctica normal en la ciencia hacer ajustes cuando surgen
nuevas pruebas y lograr un nuevo consenso científico al respecto.
La correlación no es causalidad
En la investigación, los términos "correlación" y
"asociación" se usan en referencia a dos cosas que están relacionadas entre sí.
Sin embargo, eso no significa que una cause la otra.
Un ejemplo clásico puede ser el consumo de helados y el uso
de lentes de sol. ¿Qué concluiría si viera a más adolescentes usando lentes de
sol mientras comen helado? ¿Diría que usar lentes de sol hace que coman más helado?
Ciertamente no. Lo más probable es que un cambio en un aspecto del clima esté
causando un aumento tanto en el consumo de helados como en el uso de lentes de
sol. Es de esperar que eso suceda en los meses más cálidos y soleados.
En marzo de 2020, Internet estaba inundado de afirmaciones
de que la vacuna contra la tuberculosis,
comúnmente conocida como BCG, podría proteger a los seres humanos contra
COVID-19.
Estas afirmaciones se originaron en tres trabajos de
investigación que muestran que COVID-19 era menos frecuente en países que usan
la vacuna BCG. Pero concluir simplemente que la BCG es responsable de la baja
prevalencia de COVID-19 en algunos países es como decir que usar lentes de sol
hace que las personas coman helado. Podría haber otros factores como la
demografía y la disponibilidad de instalaciones de prueba.
De hecho, la OMS emitió un informe aclarando que no hay evidencia de que la vacuna BCG
proteja a las personas de COVID-19. "Ante la ausencia de evidencia, la OMS no
recomienda la vacuna BCG para la prevención de COVID-19", dice el informe.
Sin embargo, eso no quita que varios grupos de investigación del mundo estén trabajando
en ese campo, para verificar o refutar esa aparente correlación o asociación.
En ese sentido, habrá que esperar los resultados, y mientras tanto considerar
que es una afirmación que por el momento no tiene fundamento científico.
Revisión por pares
Para anunciar los hallazgos de sus investigaciones, los
científicos utilizan como plataforma a centenares de revistas científicas
internacionales especializadas en diferentes temas y disciplinas científicas.
El proceso de publicar en esas revistas comienza cuando el
científico tiene los datos suficientes para redactar un artículo con sus nuevos
datos, que deberá presentar a una revista.
A partir de allí se inicia todo un proceso de edición que
puede llevar meses, y que involucra una revisión tanto de la forma como del
contenido del artículo, haciendo cambios en la redacción del texto
pero también solicitando más fundamentos para avalar los resultados.
Para realizar ese proceso de edición las revistas creíbles
siempre recurrirán a científicos experimentados en el mismo campo del artículo,
para que lo analicen antes de que sea aceptado para su publicación.
Este proceso, denominado revisión por pares, ayuda a
verificar que el investigador siguió los procedimientos correctos e hizo interpretaciones
y conclusiones razonables sobre el estudio. En efecto, esto protege a la
sociedad de hallazgos y recomendaciones de investigación erróneas o
fraudulentas.
A este respecto, un informe de la OMS destacó que las investigaciones que vinculan a la vacuna
BCG con una menor prevalencia de COVID-19 se publicaron en línea, sin pasar por
la habitual revisión por pares.
Debido a la pandemia, cada vez más centros de investigación
publican documentos antes de que se complete la revisión por pares, y lo hacen
en nombre de la ciencia abierta y la urgencia del momento.
Para los periodistas eso supone estar más alertas y considerar
la importancia de verificar si un artículo científico ha sido revisado por
pares antes de confiar en él para sus notas periodísticas. Y eventualmente
relativizar sus resultados si ese paso no se ha cumplido.
Consenso científico y falso equilibrio
La ciencia se construye a partir del juicio colectivo de
especialistas que coinciden en respaldar una posición o dato sobre un tema
específico. A ese acuerdo se le llama consenso científico, que puede cambiar si
los científicos encuentran otras evidencias que apunten a otra dirección.
Sin embargo, algunos científicos suelen disputar el consenso
o la posición de la corriente principal. Esos científicos, a menudo denominados
científicos disidentes, tienden a eludir los canales habituales y comunican sus
puntos de vista a través de las redes sociales, blogs y otros medios populares.
Por ejemplo, todavía hay científicos que sostienen que el VIH
no es la causa del SIDA, a pesar de que hace décadas se llegó a un consenso
científico sobre este tema. De manera similar, los disidentes abonan el
escepticismo sobre las vacunas que, por ejemplo, ha provocado un resurgimiento del sarampión en muchos países.
Con respecto a COVID-19, también están surgiendo opiniones
disidentes. Por ejemplo, algunos científicos dudan de que todas las muertes
reportadas en el mundo se deban realmente a esa causa. Algunos argumentan que
esta nueva enfermedad no es peor que la gripe estacional.
Por supuesto, los científicos, como cualquier persona,
tienen derecho a opinar, pero eso no significa que tengan razón. Muchas veces
los científicos disidentes no tienen pruebas sólidas para su afirmación, por lo
que la mayoría de los científicos no están de acuerdo con ellos, pero basados
en datos polémicos y teorías conspirativas pueden ser muy buenos para convencer
a los periodistas de que tienen una información polémica.
Con frecuencia, los medios de prensa deciden incluir todas
las voces en un intento de escribir una historia equilibrada. Esto es
particularmente evidente en la cobertura de la información sobre el clima,
donde las opiniones marginales son presentadas como igualmente válidas que el
consenso científico. Pero esto conlleva a un falso equilibrio, pues no todas
las opiniones tienen el mismo peso.
Este falso equilibrio, además, tiene consecuencias. Un estudio de la Universidad de California concluyó que el
falso equilibrio amenazaba los esfuerzos para combatir el cambio climático al dar credibilidad a afirmaciones no
probadas de negacionistas del clima.
Pero es necesario tener presente que una posición de
consenso cambia solo si los científicos encuentran evidencia clara.
La velocidad y la ciencia
La velocidad con la que se han realizado las investigaciones
y los artículos publicados sobre COVID-19 no tiene precedentes, y eso genera
preocupación porque algunos científicos podrían estar haciendo un trabajo poco
preciso.
De hecho, un análisis de Reuters publicado en febrero de 2020 indicó
que, si bien algunas publicaciones científicas sobre COVID-19 son creíbles,
muchas de ellas pueden ser cuestionables o incluso erróneas.
En un artículo (en inglés), el especialista en farmacoterapia Irving Steinberg plantea
preocupaciones similares. Por lo tanto, es importante verificar que el artículo
se haya publicado en una sección revisada por pares de una revista confiable.
La ausencia de evidencia no es
evidencia de ausencia
Algunas cosas son obvias para el sentido común. Si hay un
maestro en el aula, es obvio que los estudiantes lo atenderán y escucharán.
Pero algunas cosas no son tan obvias. Tomemos, por ejemplo, un test para
detectar malaria usando un microscopio. El técnico que realice el
test no informará que el paciente no tiene parásitos de la malaria, sino que
informará que no han visto parásitos de la malaria en la muestra. Es decir,
puede existir una pequeña posibilidad de que haya parásitos de la malaria, pero
la prueba no los detectó.
Se aplica un principio similar para informar los resultados
de la investigación. El 24 de abril, la OMS informó que no había
evidencia de que los pacientes recuperados de COVID-19 no puedan reinfectarse. Esto no significa necesariamente que se
puedan volver a infectar. Simplemente significa que en el momento de hacer esa
afirmación no tenían ninguna prueba.
Informe en un lenguaje sencillo
Siempre es importante informar sobre la ciencia en un
lenguaje que pueda ser entendido por quienes no son especialistas, lo que
implica, como primer, paso evitar el uso de jerga técnica.
Siempre que pueda, lo mejor es reemplazar la jerga técnica
con palabras o frases cotidianas. Por ejemplo, una historia de la CNN utilizó la frase "restos del virus" en lugar de
"fragmentos de ARN".
Y cuando sea necesario utilizar términos técnicos es
importante explicarlos. La Red Internacional de Periodistas ha reunido
definiciones de términos médicos que probablemente se encontrarán al
informar sobre COVID-19. Por el momento solo están disponibles en inglés pero este recurso puede ayudar a interpretar y
simplificar los términos.
Noticias falsas de COVID-19
Internet está inundado de afirmaciones totalmente falsas y
no verificadas sobre COVID-19. Un informe del Instituto Reuters indica que alrededor de 59
por ciento de la información errónea que tomaron como muestra eran en efecto
tergiversaciones de hechos existentes, mientras que 38 por ciento fue
completamente inventado.
Y mientras solo 20 por ciento de la información errónea
provino de políticos, celebridades y otras figuras públicas, esos datos
generaron 69 por ciento de la participación (engagement)
en las redes sociales.
Por lo tanto, es importante verificar cualquier información
de COVID-19 que se encuentre en Internet o en las redes sociales antes de
difundirla o tomarla como cierta. A continuación, se muestran ejemplos de
recursos que puede utilizar para verificar datos:
·
Verdades
y falsedades sobre coronavirus de la Agencia France Press
(AFP) (en español)
·
Cazamitos de la OMS
sobre COVID-19 (en español y en inglés)
·
Base
de datos del Instituto Poynter (en inglés)
·
Fact-checker de Alliance (en inglés)
En conclusión, la multiplicidad de publicaciones sobre
COVID-19 brinda una gran oportunidad para los informes científicos. Sin embargo,
la velocidad con la que se realizan los estudios y se publican los artículos
obliga a los periodistas a tener una consideración especial al momento de
informarlos.
Charles Wendo, periodista científico y médico veterinario, es el
coordinador de capacitación de SciDev.Net.
Daniela Hirschfeld, periodista especializada en periodismo
científico, es asistente regional de SciDev.Net América Latina.
Este artículo se
publicó originalmente en la edición global de SciDev.Net
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