Boletín
Nº 206 - febrero 2020
Crece el temor a una pandemia
COVID-19: hay que esperar
lo mejor y estar preparados para lo peor
Este fin de semana el riesgo de que el coronavirus se haga pandémico ha
aumentado drásticamente con los nuevos casos y muertes fuera de China. La
situación de la vecina Italia lleva a replantearse la gravedad y las medidas
necesarias ante una posible crisis en España.
Oriol Mitjá
24/2/2020
10:00 CEST
Más del 80 % de las personas que contraen
la infección del COVID-19 experimentan síntomas leves. / Pixabay
El temor a una pandemia
por COVID-19 ha aumentado con el
incremento de nuevos casos fuera de China. Italia
ha sufrido un brote durante el fin de semana que ha requerido el cierre de
escuelas y comercios y que se espera que aumente significativamente.
Tampoco está controlado el brote de Corea del Sur, donde
probablemente veremos una segunda China. Se han informado de casos en Oriente
Medio, incluidas las primeras infecciones en Israel y Líbano, y 40 casos con
siete muertes en Irán, lo que sugiere que se trata de la punta de un iceberg.
El director general de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha advertido que la ventana de oportunidad
para contener la propagación internacional del virus se está reduciendo a medida que surgen nuevos brotes.
Cada vez
parece más claro que el virus será pandémico,
es decir, que habrá transmisión sostenida entre humanos en múltiples regiones
del mundo. La preparación para la potencial emergencia de salud es la
respuesta más adecuada en este momento.
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El director general de la OMS advierte que la ventana de oportunidad
para contener la propagación mundial del virus se está reduciendo con los
nuevos brotes
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La experiencia muestra que una respuesta rápida y eficiente
es posible si las decisiones operativas se toman antes del estallido de una crisis.
Y después, pasada la primera ola de contagios, es posible que COVID-19 se
convierta en un virus estacional que
se transmita en los meses más fríos.
Más del 80 % de las personas que contraen la infección del
COVID-19 experimentan síntomas leves. Pero a diferencia de los coronavirus
humanos clásicos -que se conocen por las siglas OC43, HKU1 y NL63-, COVID-19
tiene la capacidad de causar una lesión en los alveolos pulmonares que provoca
neumonía en el 14 % de pacientes, e insuficiencia respiratoria o fallo de otros
órganos en el 5 %.
Al igual que cualquier infección respiratoria, las personas
de edad avanzada son las más vulnerables a las formas graves de la enfermedad,
y alrededor del 2 % de las personas infectadas con el virus mueren a causa de
él.
Por qué preocupa tanto este virus
El principal factor de inquietud ante el nuevo coronavirus
es el desconocimiento. A muchos les sorprenderá saber que las infecciones por
coronavirus en humanos son corrientes, y que suceden todos los inviernos en
forma de resfriados.
Más allá de su manifestación clínica, la preocupación para
la salud global en relación con el COVID-19 se encuentra en su potencial de
propagación. Los datos referentes a la transmisibilidad del virus indican que,
si no se hiciera nada para frenarlo, podría llegar a infectar a entre el 40 y
el 60 % de la población mundial.
El número de casos exportados es un goteo que los
estados ricos pueden afrontar, pero muchos países empobrecidos aún no son capaces
ni de detectar el virus
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Los países asiáticos afectados están combatiendo
furiosamente esta posibilidad mediante el establecimiento de restricciones de
viaje, cuarentenas y aislamientos. Estas medidas refuerzan el trabajo sin
precedentes que China está realizando para crear un muro de contención
alrededor de la provincia de Hubei.
Los gráficos comienzan a mostrar las primeras señales de
que las medidas aplicadas tienen el potencial de disminuir la propagación en
este territorio. Además, factores estacionales como la subida de las temperaturas
podrían ser más poderosos de lo que pensamos para reducir la transmisión.
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No obstante, si no se logran contener todos los focos en
China y fuera del país, ¿está el resto del mundo listo para el coronavirus? La respuesta
corta es "no". El número de casos exportados es un goteo que los países ricos
están preparados para afrontar, pero muchos países empobrecidos aún no tienen
ni la capacidad de detectar el virus.
Una de las medidas extraordinarias
tomadas por los gobiernos será la limitación del tráfico aéreo. / Pixabay
Medidas que debería tomar el Gobierno español
La OMS ha preparado un documento de orientación que describe
las medidas que se deben tomar en cada país y que se resumen en tres pilares de
acción. El primero es la vigilancia
epidemiológica, para medir el estado de la epidemia y aplicar las medidas
de salud pública apropiadas en cada situación.
El segundo pilar es la planificación
sanitaria, con el objetivo de que los centros de atención primaria y
hospitales estén listos para una oleada de casos sospechosos, y las UCI
preparadas para atender a la parte de la población que sufra un episodio grave.
El director general de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha advertido que la ventana de oportunidad
para contener la propagación internacional del virus se está reduciendo a medida que surgen nuevos brotes.
Cada vez parece más claro que el virus será pandémico, es decir, que habrá
transmisión sostenida entre humanos en múltiples regiones del mundo. La
preparación para la potencial emergencia de salud es la respuesta más
adecuada en este momento.
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Aislar a las personas infectadas en hospitales y rastrear sus contactos
funcionará solamente si el número de casos a controlar sigue siendo bajo
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Los hospitales españoles tienen en funcionamiento la prueba
de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), vital para identificar nuevos
casos rápidamente y conseguir que los pacientes sean aislados para detener la
transmisión. También han preparado instalaciones de aislamiento.
Pero encerrar a las personas infectadas en hospitales y
rastrear sus contactos funcionará solamente si el número de casos a controlar
sigue siendo bajo. Para ello, el Gobierno deberá declarar que el virus es una
amenaza inminente, y tomar medidas extraordinarias como cancelación de reuniones,
cierre de escuelas y limitación del tráfico aéreo.
El tercer pilar es la comunicación
a la población. La información debe ser, obviamente, transparente y
empática para fomentar y mantener la confianza. Sin embargo, por el momento las
explicaciones oficiales han sido escasas.
Gravedad de la pandemia si se llegara a producir
En las últimas dos décadas han surgido diversas epidemias
con altas tasas de letalidad como el SARS (2002), la gripe aviar H5N1
(2003-2006) o el MERS (2012) que no han llegado a materializar la amenaza
superlativa que se intuía inicialmente porque la transmisión entre personas no
era eficaz.
Si el virus al que ahora nos enfrentamos acaba siendo
más agresivo, la potencial crisis será también más difícil de gestionar
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La situación actual es más parecida a la de la gripe
porcina H1N1 (2009), un virus con baja letalidad (inferior al 0,1 %), pero
alta transmisibilidad. Los esfuerzos para contener este brote, que comenzó en
México, fracasaron y los casos se extendieron por todo el mundo, infectando
hasta una cuarta parte de la población y acabando con la vida de hasta
300.000 personas (4.000 en España).
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El virus de la gripe porcina H1N1-pdm09 sigue circulando hoy
en día, y es uno de los causantes de la gripe estacional en nuestro país. Es probable
que el COVID-19 evolucione de manera muy similar al H1N1, provocando una
pandemia con una primera oleada de casos y pasando después a ser una cepa
estacional que cause resfriados en invierno.
Pero si el virus al que ahora nos enfrentamos acaba siendo
más agresivo, la potencial crisis será también más difícil de gestionar. Hay
que esperar lo mejor, pero también estar preparados para el peor escenario.
Cuadro de datos
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Oriol Mitjà es profesor de Enfermedades
Infecciosas y Salud Global en el Hospital Germans
Trias i Pujol de Badalona. En 2010 desarrolló
desde el centro médico de Lihir, en Papúa Nueva
Guinea, un tratamiento efectivo contra el pian basado en la azitromicina.
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Laia Bertrán es
investigadora de los Determinantes Sociales de la Salud Global en el Hospital Germans Trias i Pujol de
Badalona.
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