Boletín
Nº 200 - agosto 2019
Estudio argentino propone un
camino para mejorar el tratamiento del cáncer
Posted by agenciacyta | Ago 23, 2019 | Ciencia, Destacadas, Salud | 0
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Un equipo liderado por investigadoras del Instituto
Leloir y del CONICET descubrió el inesperado efecto de drogas que se están
probando en ensayos clínicos: "atascan" la replicación del ADN de las células
malignas y frenan así su proliferación. El hallazgo podría beneficiar la
terapia de cánceres diversos, como los de mama, colon, hígado y
sangre.
(Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Mediante estudios en cultivos
de células tumorales, un equipo liderado por científicas de la Fundación
Instituto Leloir (FIL) identificó un evento inesperado que podría mejorar el
resultado de tratamientos con un fármaco que se está probando en diversos cánceres
de órganos y de la sangre.
En distintos tumores, como los de mama, colon, hígado,
estómago y algunas leucemias, se genera una dependencia "adictiva" de las
células malignas hacia una proteína, llamada Chk1, que garantiza el copiado del
ADN tumoral para su posterior multiplicación. Por esta razón, varias empresas
farmacéuticas de Estados Unidos, Inglaterra y España están probando
en ensayos clínicos ciertas drogas que inhiben esa molécula en combinación o no
con los rayos y la quimioterapia.
Ahora, el Laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad
Genómica que lidera la doctora Vanesa Gottifredi en
la FIL, comprobó que los inhibidores de Chk1 producen un efecto terapéutico
adicional. "Este conocimiento podría inspirar el desarrollo futuro de terapias
más eficaces", señaló la científica.
Los autores del nuevo estudio demostraron que los inhibidores
de Chk1 no solo tienen un efecto directo sobre la activación de esa proteína,
algo que ya se sabía, sino que además producen alteraciones en el ADN de las
células tumorales y provocan que se "atasque" su copiado, lo que interfiere con
su multiplicación. "La eliminación de Chk1 tiene dos funciones antitumorales
desacopladas e independientes que pueden ser aprovechadas para matar a la
célula tumoral", afirmó Gottifredi, quien también es
investigadora del CONICET.
Tal como revela la revista "The
EMBO Journal", que es la publicación de la
Organización Europea de Biología Molecular, el estudio liderado por los
investigadores argentinos demostró que las drogas que se están testeando en
pacientes causan un inesperado aumento de "barreras replicativas"
o lesiones en el ADN.
El estudio realizado en cultivos celulares demostró que
ambos efectos, la inhibición sobre Chk1 y las lesiones del ADN, son necesarios
para producir la muerte de las células cancerígenas.
El nuevo estudio tiene claras implicaciones para el diseño
de terapias combinadas, ya que indica que la efectividad de los inhibidores de
Chk1 podría no potenciarse si se combina con los rayos o los agentes
quimioterapéuticos, ya que ambos tratamientos solaparían esfuerzos en la misma
dirección: crear barreras replicativas.
Marina González Besteiro, primera
autora del trabajo e investigadora del CONICET en la FIL, sugiere que, por el
contrario, un mejor resultado podría obtenerse si los inhibidores de Chk1 se
combinan con agentes que entorpezcan el "salvataje de atascamientos" del
copiado de ADN.
Aunque ese enfoque todavía no se está evaluando en modelos
preclínicos o clínicos, esta información es útil para ayudar a identificar "en
qué situación conviene usar los inhibidores de Chk1 para mejorar el resultado
terapéutico", indicó Gottifredi.
Para la doctora Laura Todaro,
investigadora del CONICET en el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, quien no participó del estudio, la molécula Chk1 es
"interesante". Y elogió "el enfoque novedoso que pone de manifiesto dos
mecanismos biológicos que conducen al retardo del crecimiento de las células
tumorales".
"Se espera que este tipo de abordaje terapéutico sea menos
tóxico que la quimioterapia tradicional, aunque no se puede descartar la opción
de combinarlos", añadió Todaro.
Del
estudio también participaron Nicolás L. Calzetta, y Sofía
Loureiro, integrantes del grupo de Gottifredi en la FIL; Martín Habif,
antes en la FIL y ahora en la UBA; Rémy Bétous, Marie-Jeanne Pillaire y
Jean-Sébastien Hoffmann, de
la Universidad Paul Sabatier, en Francia; y Antonio Maffia y Simone Sabbioneda, del
Instituto de Genética Molecular "Luigi Luca Cavalli-Sforza",
en Italia.
Vanesa Gottifredi (der.),
Marina González Besteiro, Nicolás L. Calzetta y Sofía Loureiro.