Boletín
Nº 196 - abril 2019
ANÁLISIS
La irreversibilidad de la muerte
cerebral, cuestionada
Un experimento con cerebros de cerdos ha logrado preservar algunas
funciones de sus neuronas horas después de su muerte. Los resultados podrían
afectar a las consideraciones médicas y éticas de pacientes en estado crítico
en espera de un órgano para trasplante, y a la inversa: cómo convencerse de que
una situación de muerte clínica es irreversible.
Juan Lerma | | 24 abril 2019
14:39
Si la tecnología aplicada en cerdos se
mejorara y se desarrollara para su uso en humanos, las personas con muerte
cerebral, especialmente aquella resultante de la falta de oxígeno, podrían
convertirse en candidatos a una reanimación cerebral. / Adobe Stock
Los resultados de una investigación
con cerebros de cerdos, publicada la semana pasada en la revista Nature,
cuestionan el hecho asumido hasta ahora de que el cerebro de los mamíferos
sufre daños irreversibles minutos después de que la sangre deja de circular y
plantea la posibilidad de que la recuperación del cerebro sea posible incluso
después de que el corazón haya dejado de latir por un tiempo prolongado.
Una persona es declarada clínicamente muerta si hay una pérdida irreversible de la función
cerebral. Es lo que se llama muerte
cerebral y se pone en evidencia por la pérdida de actividad cerebral
indicada por el electroencefalograma isoeléctrico o plano.
La falta de
actividad cerebral se considera un síntoma infalible de muerte biológica y la
Organización Mundial de la Salud establece al respecto un conjunto de criterios
ineludibles para establecer con certeza la muerte. Pero no todos los tejidos y
órganos pierden sus características funcionales al mismo tiempo. Se asume que
ciertos órganos pueden preservar su vitalidad tras la muerte cerebral.
Diversos
estudios, realizados tanto en humanos como en animales experimentales, han
demostrado que la actividad eléctrica global y la consciencia se pierden a
los pocos minutos de la interrupción del flujo sanguíneo cerebral. A menos
que la perfusión sanguínea se
restaure rápidamente, varios mecanismos bien conocidos desencadenan la
pérdida de la homeostasis iónica y la acumulación de
glutamato, el neurotransmisor
excitador más abundante del cerebro, hasta alcanzar niveles tóxicos para las
neuronas. Esta cascada progresiva e irreversiblemente dispara mecanismos de
muerte neuronal y daño axonal.
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Cuadro de datos
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Con la interrupción del flujo sanguíneo
cerebral, una cascada neuroquímica dispara mecanismos de muerte neuronal
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Ahora, la nueva investigación liderada por la Universidad de
Yale ha descrito la recuperación de ciertas propiedades estructurales y
funcionales en cerebros de cerdos
sacrificados cuatro horas antes.
Un líquido especial
Esta recuperación se logró tras perfundir
extracorpóreamente los cerebros a través de sus arterias carótidas con un
líquido especial que contenía una serie de compuestos citoprotectores,
anticoagulantes nutritivos, etc., además de hemoglobina como elemento portador
del oxígeno necesario para la actividad vital de las células. Este líquido fue
bombeado a través del sistema vascular cerebral con picos y valles de presión,
tratando de simular así la actividad cardiaca.
Cuadro
de datos
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Tras
la muerte clínica de los cerdos, se logró preservar la funcionalidad de
las neuronas y de sus sistemas de comunicación sináptica
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Tras la
muerte clínica, este tratamiento restauró y mantuvo la circulación en las
principales arterias, vasos sanguíneos y capilares, preservando el
metabolismo cerebral y la capacidad de respuesta celular a fármacos. Igualmente,
estudios electrofisiológicos realizados en rodajas tomadas de estos cerebros
tras un tiempo considerable de estar mantenidos en estas condiciones (hasta
seis horas) indicaron la preservación de la funcionalidad de las neuronas y de sus sistemas de comunicación
sináptica.
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Pruebas histológicas indicaron la salvaguarda de la
estructura neuronal más allá de lo esperable e incluso se evitaron algunos
cambios macroscópicos observados en los cerebros no tratados con este sistema
(dilatación de los ventrículos cerebrales). Estos hallazgos prueban que, en
condiciones adecuadas, el cerebro de los mamíferos posee una capacidad, hasta
ahora subestimada, para preservar y restablecer la actividad molecular y
celular tras un intervalo prolongado post
mortem.
Es importante señalar que, aunque se preserva y reanima la
actividad neurofisiológica con este procedimiento, la actividad eléctrica
cerebral global, es decir, el electroencefalograma
de estos cerebros reanimados, no se recuperó, al menos en el periodo de tiempo
estudiado (seis horas).
El cerebro no volvió a funcionar
Los registros de la corteza cerebral mediante electrodos
indicaron una falta de actividad
coordinada total, lo que lleva a pensar que aunque
los elementos que constituyen el cerebro (neuronas, células de glía,
componentes vasculares, etc) se pueden preservar más
allá de lo que se imaginaba, el cerebro no recupera la capacidad de funcionar
como un todo, y por tanto se duda de que la consciencia, o la capacidad de
experimentar sensaciones (dolor o angustia) se recuperen con este
procedimiento.
La preservación de ciertas características fisiológicas
celulares y metabólicas cerebrales no resultan, por tanto, en el
resurgimiento automático de la función cerebral normal y bien organizada,
posible signo de consciencia. Se logra un cerebro con sus elementos celulares
vivos, pero sin función integrada o emergente. Por qué esto es así requerirá
de más investigación.
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Cuadro de datos
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Se duda de que puedan
recuperarse la consciencia o la capacidad de sentir
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De hecho, estudios anteriores
lograron mantener vivos cerebros de
ratas y cobayas durante horas, extraídos del cuerpo. Estos cerebros sí
mantuvieron la actividad electroencefalográfica
global, además de funciones celulares y moleculares. No sabemos si este hecho
se debe al menor tamaño de los cerebros o al procedimiento experimental (la
muerte cerebral nunca tuvo lugar), más rápido y respetuoso con la integridad
cerebral.
Consecuencias para los humanos
En mi opinión, se está aun muy
lejos de aplicar estos métodos para poder restaurar estructuras y funciones
cerebrales de personas que en la actualidad serían declaradas clínicamente
muertas. De hecho, este método es tremendamente
invasivo y su aplicación a humanos se vislumbra un tanto difícil. Sin
embargo, no existe impedimento biológico claro para pensar que no podría
aplicarse a seres humanos en condiciones especiales.
Cuadro
de datos
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Este
método es tremendamente invasivo, pero no existe impedimento biológico
claro para pensar que no podría aplicarse a seres humanos
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No hay razón para pensar que este líquido 'resucitante' especialmente formulado no pueda funcionar
igualmente en los seres humanos. Al fin y al cabo, todos los animales,
incluyendo los mamíferos, compartimos principios vitales fundamentales.
Probarlo experimentalmente representa un problema bioético de enorme magnitud
y no creo que esté previsto a corto plazo.
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Sin embargo, los resultados de esta investigación
constituyen una prueba de concepto que podría afectar a las consideraciones
médicas y éticas de pacientes en estado crítico en espera de un órgano para
trasplante, y a la inversa: cómo convencerse de que una situación de muerte
clínica es irreversible, dando pie a la donación de órganos.
Hipotéticamente, si esta tecnología se mejorara y se
desarrollara para su uso en humanos, las personas con muerte cerebral,
especialmente aquella resultante de la falta de oxígeno, podrían convertirse en
candidatos a una reanimación cerebral.
La
neurociencia no deja de sacudir la conciencia humana y social con sus
hallazgos. Los científicos nos limitamos a describir lo que encontramos. La
sociedad, una vez más, habrá de encontrar el camino para adaptarse al progreso
del conocimiento.
Zona geográfica: Internacional
Fuente:SINC
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