Boletín Nº 193 - enero 2019
Educación científica cambia el
futuro de una comunidad indígena
Esta es la historia
de una pequeña comunidad indígena en la que, a pesar de enfrentar un alto grado
de marginación y exclusión social, sus jóvenes tienen hoy mejores expectativas
de desarrollo, gracias a una activa labor de divulgación de la ciencia por parte
de docentes y científicos.
En Cuentepec, la investigación científica estaba muy lejos de
ser una opción profesional, hasta que un grupo de investigadores -a título
personal- despertaron el interés y talento científico de toda una generación de
jóvenes de bachillerato, para cambiar así su futuro y el de la comunidad.
Existe un inmenso potencial de inteligencia y
aprendizaje en niños y jóvenes.
Solo necesitan la oportunidad de encontrar facilitadores que les hagan
disfrutar
descubriendo las maravillas que las ciencias les hacen ver
y admirar en el microcosmos de la naturaleza.
J. Montero Tirado
Por Carmen
Báez
Ciudad de México. 13
de diciembre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Norma Ivette
Nava Sierra nació y creció en una pequeña comunidad indígena escondida entre
cerros y campos de milpa. Quienes viven aquí lo llaman Kuentepetzin"cerro o montaña sagrada en forma de surcos", pero para llegar se
pregunta por Cuentepec. Si se viaja en transporte
público desde la capital morelense, tras dos horas de camino, es posible
conocer los misterios y tradiciones que envuelven esta comunidad del municipio
de Temixco.
Ilustración: Ana Ofelia Yáñez.
Aquí, donde las mujeres forjan con sus manos objetos de
barro y los hombres trabajan el campo, se vive en una situación bilingüe de
manera cotidiana: predomina el náhuatl sobre el español. Sus habitantes dicen
estar en este territorio desde siempre, desde los antepasados; solo el sitio
del poblado cambió cuando un hombre llamado San Sebastián decidió mudarse del
otro lado del río Tembembe y los antiguos se
trasladaron siguiendo los designios del hoy santo patrono.
Cuando niña, Norma Ivette pasaba los días en el campo
ayudando a sus padres a sembrar y cortar frijol, era una masewalme, "una persona que
trabaja con las manos". Dentro de su imaginario, nunca pensó en desafiar las
tradiciones patriarcales de su pueblo y convertirse en bióloga, ni siquiera
estudiar la preparatoria.
A nivel general, las niñas y mujeres en situación de pobreza
que habitan en zonas rurales e indígenas enfrentan barreras particulares en la
accesibilidad y permanencia en la escuela; en Cuentepec,
la vida marital y doméstica a temprana edad, como dicta la costumbre, es
todavía una vía en el futuro de las adolescentes.
A este factor se suma el hecho de que hasta hace algunos
años estudiar el bachillerato, o mejor aún, ir a la universidad, era una
experiencia casi impensable para los jóvenes de la región; migrar a Estados
Unidos o trabajar el campo eran las opciones principales de vida de los
varones.
Discriminación y desigualdad
En general,
en México la población de jóvenes indígenas aún presenta importantes
desventajas en su nivel de escolaridad. La desigualdad en resultados educativos
es la consecuencia de una compleja combinación de condiciones como pobreza,
dificultades geográficas de acceso, etcétera. De acuerdo con el informe Discriminación estructural y desigualdad social, solo siete
y tres por ciento de la población hablante de la lengua indígena tiene una
educación media y superior, respectivamente.
En Morelos hubo que esperar la década de los 2000 para
extender el sistema de educación indígena en los principales pueblos nahuas.
En 2001, cuando se instaló en la secundaria del pueblo un Colegio de
Bachilleres (Cobaem) bajo la modalidad Educación
Media Superior a Distancia (EMSAD), un intérprete en náhuatl acompañó al
ingeniero Noé Rafael Pérez y a otros profesores del colegio a convencer a las
familias de la comunidad que permitieran a sus hijos —particularmente a las
mujeres— continuar con sus estudios de bachillerato.
El resultado inmediato según recuerda Noé Rafael, director
del Colegio de Bachilleres, fue la inscripción de 15 alumnos. Hoy, la
matrícula la representan más de 140 estudiantes, principalmente mujeres. "La
gran mayoría de ellos pensaba que concluir la secundaria era suficiente. Uno
de los mayores retos ha sido la confianza hacia la escuela como una
oportunidad de superación. Las madres y las abuelas se han convencido de que
sus hijas y nietas, por ejemplo, necesitan estudiar para aspirar a un futuro
más promisorio que trabajar como empleadas domésticas o convertirse en
esposas", comparte
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Casa típica de Cuentepec.
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La vida aquí, en Cuentepec, no es
la misma desde entonces. La divulgación y la enseñanza de la ciencia en el
bachillerato han jugado un papel importante en la comunidad; la inclinación por
carreras con un enfoque científico no tiene precedentes.
Organismos internacionales han señalado que la ciencia y la
tecnología son herramientas necesarias para que los países progresen: el
conocimiento de un pueblo sobre estos temas muestra su estado de desarrollo.
Sin embargo, en México la mayoría de las comunidades indígenas vive en
condiciones de pobreza, sin posibilidades reales de aspirar a un desarrollo
humano digno.
Educación científica intercultural
En el artículo "La educación científica intercultural y el
enfoque de las capacidades", para transformar las condiciones de
marginación de las comunidades indígenas en México se requiere del desarrollo
de una educación científica intercultural que facilite la expansión de las
capacidades de las distintas comunidades, esto ayudaría a que los grupos
indígenas dejen de ser excluidos de la educación.
Dentro de
todo esto, se incluye la participación de los docentes en la formación de
jóvenes con un espíritu científico. De acuerdo con Eloy Arteaga Valdés,
académico de la Universidad de Cienfuegos, en Cuba, la enseñanza de las
ciencias requiere de profesores que tomen conciencia de que su función es crear
las posibilidades para que el alumno produzca y construya el conocimiento,
sienta placer y satisfacción de ese descubrimiento.
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En Cuentepec, Angélica Ocampo Jaimes ha sido pilar en la implementación de iniciativas
para establecer dinámicas entre jóvenes de la comunidad y científicos.
Bióloga de profesión y docente por convicción, Angélica
Ocampo comenta que la divulgación y la investigación científica no era una
actividad común en Cuentepec, pero comenzó a
gestarse de manera formal hasta hace un par de años con iniciativas como
ferias de profesiones, visitas a laboratorios de investigación y el
desarrollo de proyectos científicos. El interés de Angélica Ocampo por
mejorar su quehacer en el aula surgió a partir de su incorporación al
diplomado Ciencia en tu escuela, de la Academia de Ciencias de Morelos
(ACMOR).
La estrategia de enseñanza de la docente Angélica Ocampo
ha sido aprovechar el contexto cultural de los jóvenes, e incluso hacer uso
del conocimiento tradicional, para realizar ciencia escolar y presentar
proyectos originales en congresos nacionales de investigación, dirigidos a
niños y jóvenes.
De acuerdo con el artículo "La enseñanza de las
ciencias en escuelas indígenas en México: Caminos en la sociedad del
conocimiento" de Alejandra García Franco, en un contexto indígena este
tipo de enseñanza, que se hace a partir del entorno que rodea al alumno, de
las actividades que realiza a diario en el hogar, en la comunidad, permite el
desarrollo de competencias de los estudiantes y su apropiación de los
contenidos que integrarán aspectos de las ciencias naturales con matemáticas,
geografía, lengua, por ejemplo.
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La bióloga Angélica Ocampo reconoce que en Cuentepec un reto importante ha sido la comunicación con
sus alumnos, quienes entre ellos se comunican en náhuatl, pero con la ayuda de
jóvenes intérpretes, la enseñanza ha sido efectiva.
Especialistas como Noboru Takeuchi —quien señala que las políticas de apoyo a los
grupos indígenas deben incluir como pilar fundamental la enseñanza de la
ciencia y la tecnología— manifiestan que es importante incorporar a las lenguas
indígenas términos científicos que permitan la comunicación de la ciencia en el
idioma propio de las comunidades.
Nueva dinámica social
Uno de los éxitos en la comunidad ha sido la educación
bilingüe que se implementa desde hace un par de años desde la educación
primaria, por lo que las actividades de divulgación y enseñanza de la ciencia
han llevado a que la dinámica social en Cuentepec sea
diferente. Los jóvenes aquí se preparan durante un semestre para acudir a
ferias y congresos científicos, con la asesoría —y por iniciativa propia— de
científicos de renombre, en su mayoría miembros del Sistema Nacional de
Investigadores (SNI).
Por un lado, los proyectos contribuyen a que los jóvenes
conozcan y se acerquen más a su cultura y sean conscientes de las necesidades
de su comunidad. El doctor Enrique Galindo Fentanes,
investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM, mantiene un contacto
cercano con los estudiantes de Cuentepec. Como asesor
en proyectos, asegura que estos, sin saberlo, también se involucran en
actividades de divulgación.
Uno de los trabajos de investigación, por ejemplo, consistió
en analizar el contenido de parásitos en peces de cuerpos lacustres cercanos a
la región. "Los estudiantes descubrieron que de uno de
los lugares analizados, hasta 70 por ciento de los peces tenía parásitos que
pueden afectar la salud humana. Con esta información pudieron alertar a la población
sobre el riesgo de comer pescado que se captura en su localidad", explica.
Si bien Cuentepec tiene una
dinámica exitosa en materia de divulgación científica, la deserción escolar es
un problema que persiste. De acuerdo con el III Informe de Actividades
2014-2015 del Cobaem, de una matrícula de 150 alumnos
del Cobaem, menos de una tercera parte concluye sus
estudios. A nivel nacional, la principal causa de deserción escolar entre los
adolescentes de 15 a 17 años sigue siendo la falta de interés o requisitos para
ingresar a la escuela y falta de recursos económicos.
La motivación y convencimiento hacia los jóvenes para que
regresen a la escuela es una de las tareas más complejas para los profesores,
dice Noé Rafael. "Hay jóvenes que no quieren venir a la escuela por problemas
en casa o económicos. Si logramos que uno de ellos regrese al aula, esto ya
representa una gran labor. Hoy en día, la comunidad nos percibe bien, ha visto
el proceso de evolución y crecimiento a través de los años", comparte.
Pero destacar en concursos de investigación a nivel
nacional, dice el director institucional, "nos motiva a fortalecer las
estrategias académicas y redoblar esfuerzos, porque es claro que nuestros
jóvenes están a la altura de cualquier otro chico de su edad. Acá lo que cambia
son las circunstancias", dice.
Son esas
circunstancias las que han generado en la comunidad estudiantil mayor interés
por la participación en congresos de investigación y la ciencia en general;
Juan Francisco Sarmina Domínguez es hoy un referente
en su comunidad. "Hay jóvenes que me dicen: 'Si él puede, yo también'. Saben
que él viajó a Colombia después de ganar en un congreso de investigación, y eso
motiva a los chicos", comparte la bióloga.
Juan Francisco Sarmina.
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Juan Francisco Sarmina
Domínguez, hijo de padres campesinos, ha realizado investigaciones con el chichilej, una planta que crece en los campos de Cuentepec. Esta especie ha sido utilizada por la
población para tratar los piquetes de alacrán. La investigación atrajo la
atención de Alejandro Alagón Cano, especialista en el desarrollo de antivenenos.
Ahora, lo que comenzó como un proyecto escolar, es hoy
materia de tesis para el universitario en ciencias biológicas. Juan Francisco
Sarmina relata que hasta ahora no existen
investigaciones sobre la planta, y su trabajo de investigación sería la
primera aportación al conocimiento de la especie.
Para la investigadora Juana Silvia Espinosa, la enseñanza de ciencias basada en
la indagación es una estrategia apta para ser aplicada a cualquier nivel
educativo y pretende que los alumnos desarrollen gradualmente sus habilidades
y actitudes asociadas al quehacer científico, sintiéndose cercanos a los
fenómenos que se observan en la vida cotidiana, construyendo su propio
conocimiento y aprendiendo de forma significativa, como sucede con Juan
Francisco Sarmina.
Para especialistas como Alejandro Lago, maestro en información y
gestión del conocimiento del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo,
esas experiencias adquiridas durante miles de años sobre la naturaleza y el
uso que les han dado las comunidades indígenas constituyen la puerta de
entrada a la investigación científica.
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Para la doctora Margarita Bernal Uruchurtu,
una de las investigadoras que ha asesorado proyectos de investigación en Cuentepec, la ciencia escolar es también un medio para que
los jóvenes con condiciones desfavorables conozcan y se relacionen con otras
personas de su edad. Se involucran en estas actividades escolares con la
intención de tener medios y razones para salir de visita a otros sitios en los
que hay jóvenes de su edad y de diferentes regiones y costumbres.
"Son estudiantes con las preocupaciones y anhelos de una
gran mayoría de los adolescentes mexicanos con bajos recursos, con
incertidumbre y temor por el futuro. Creo que el valor de su trabajo ha sido
encontrar en temas cotidianos para ellos, proyectos válidos para hacer sus pininos de indagación científica. Han destacado en eventos
nacionales porque se trata de proyectos bien hechos con temáticas inicialmente
muy simples que avanzan con apoyo y llegan al nivel de comprensión que se es
posible en el bachillerato. Ese es nuestro compromiso, que tengan una guía con
la que puedan orientar su curiosidad sobre cualquier tema".
Un semillero de científicos
Norma Ivette Nava.De acuerdo con
la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), existe un inmenso potencial
de inteligencia y aprendizaje en niños y jóvenes. Solo necesitan la
oportunidad de encontrar facilitadores que les hagan disfrutar los
descubrimientos de las ciencias y admirar el microcosmos de la naturaleza.
Noé Pérez reconoce que el entusiasmo de los jóvenes y la
avidez por aprender es un factor que motiva a los profesores e investigadores
a prestar especial interés a la comunidad. Cuentepec
es un ejemplo de que la ciencia, llevada a contextos desfavorecidos, puede
motivar un cambio en la vida en algunos jóvenes de la comunidad. Los
congresos científicos pueden ser un pretexto para el intercambio de ideas y,
en el mejor de los casos, motivar vocaciones científicas, como sucedió con
Norma Ivette Nava Sierra, Santos Ricardo Suárez Buenos Aires y Juan Francisco
Sarmina Domínguez.
Cuentepec tuvo la fortuna de
contar con académicos e investigadores que, más allá de lo que exige su
quehacer laboral, han fomentado en los jóvenes la curiosidad por las
ciencias, descubrir su entorno y conocer el método científico.
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"Los padres de los
jóvenes ven la institución como un semillero para seguir formando
profesionistas, y esto se refleja en el desarrollo de la comunidad. Podemos
decir que la institución y los propios estudiantes tienen un grado de
influencia tremendo", comparté Noé Rafael.
Angélica Ocampo Jaimes reconoce
que una de las metas es la creación de una asociación civil en la comunidad y
realizar proyectos de investigación similares a los que hasta ahora se realizan
en el aula, pero con aplicaciones directas para el entorno.