Boletín
Nº 189 - agosto 2018
LIBRO | A través del cristal del
idioma
Por qué el color de las cosas dice
mucho sobre cómo pensamos
¿Es el idioma que hablamos el que modela nuestra forma de pensar, o
el ser humano piensa de determinada forma por naturaleza? En Through the Language Glass, Guy Deutscher defiende con
fiereza
Rocío Pérez Benavente | | 21 agosto
2018 09:00
El autor hace un repaso histórico de cómo
el ser humano se ha referido a los colores desde las civilizaciones más
antiguas hasta ahora. / AdobeStock
Dentro de la investigación en lingüística existe
un gran debate con posiciones fuertemente encontradas: ¿condiciona el idioma
que hablamos la configuración de nuestro cerebro y la forma en que pensamos, o
las bases cerebrales del habla son las mismas y comunes a todos los
seres humanos y el lenguaje es una capa diferencial espolvoreada en la
superficie?
Guy Deutscher, lingüista israelí,
defiende vehementemente la primera postura en Through the Languaje Glass: Why the
World Looks Different in Other Languages (A través del
cristal del idioma: por qué el mundo parece distinto en otras lenguas), un
libro ameno e interesantísimo en el que se mezclan anécdotas sobre diferentes
conceptos en diferentes idiomas (por ejemplo, como distintos pensadores
franceses llegaron a la conclusión, tras sesudas reflexiones, de que el mejor
idioma del mundo era, oh, sorpresa, el francés) con una descripción a fondo de
la batalla que cultura y naturaleza libran por el control de nuestras lenguas.
Cuadro de datos
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Si bien todos los idiomas
manejan de forma parecida ideas sencillas, la unanimidad se rompe con
conceptos abstractos
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La tesis de Deutscher es que el
idioma sí que condiciona nuestra forma de pensar y de ver el mundo. Su
principal prueba es que, si bien todos los idiomas manejan de forma parecida
conceptos sencillos y tangibles (todos agrupamos bajo el mismo término a los
perros, los gatos, los pájaros o las rosas), la unanimidad se resquebraja
cuando pensamos y nombramos conceptos
más abstractos, como la mente, el espíritu o la voluntad.
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Como ejemplo de estas diferencias, el autor hace un repaso
histórico de cómo el ser humano se ha referido a los colores desde las
civilizaciones más antiguas hasta ahora. El color parece una característica
física y sensorial indiscutible de los objetos que nos rodean, algo que
suponemos fuera de todo debate porque el cielo es azul, la hierba es verde y el
trigo o el maíz son amarillos, y poco más hay que decir de ello. Pero resulta
que no siempre lo fue.
Sin palabras para el azul
Por ejemplo, muchas civilizaciones antiguas, desde la
japonesa y la china a la hebrea o la griega, no conocían el color azul. Deutscher menciona la Odisea
de Homero, en la que dice que el mar era del color del vino o del bronce y,
aunque las descripciones de los objetos son detalladas y brillantes, los
colores en general son escasos. El azul no existe en toda la obra. Deutscher concluye que no es que no tuviesen una palabra
para el azul, es que probablemente tampoco veían ese color como tal.
Se trata
de la primera de una serie de reflexiones y argumentos que Deutscher va encadenando a buen ritmo para tratar de
demostrar que naturaleza y cultura
viven entrelazadas en nuestra cabeza y en nuestra sociedad, y que muchas
cosas que consideramos naturales e inmutables son en realidad conceptos
culturales incrustados en nosotros desde el momento en que nacimos.
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Deutscher
encadena argumentos a buen ritmo para demostrar que naturaleza y cultura
viven entrelazadas
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Según él,
solo hay que rascar un poco en el lenguaje, en el nuestro y en el de los otros,
para descubrir que el cerebro de cada humano es como es porque hablamos el
idioma que hablamos.
Ficha técnica
Cuadro de datos
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Título:Through
The Language Glass. Why the World Looks Different in Other Languages
Autor: Guy Deutscher
Año: 2010
Editorial:Arrow Books
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Zona geográfica: Internacional
Fuente:SINC
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