Boletín Nº
189 - agosto 2018
La sonda que estudiará al Sol
Por Hugo Valencia Juliao
Ciudad de México. 21
de agosto de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- La Administración Nacional de Aeronáutica y del
Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) del gobierno de los Estados Unidos
lanzó la sonda espacial Parker Solar Probe con la
misión de acercarse al Sol, como ningún otro objeto hecho por el hombre, y
estudiar sus características, en particular las de su corona.
Las particularidades de esta misión son varias, explicó el
doctor Juan Américo González, líder del Laboratorio Nacional de Clima Espacial
y especialista en física espacial.
Una de ellas es que es el objeto más rápido construido por
la humanidad, ya que la nave espacial alcanzará hasta los 700 mil kilómetros
por hora. Esto es aproximadamente siete veces más rápido que la velocidad de
traslación de la Tierra.
Según describió el investigador, esta velocidad es necesaria
porque para lanzar una misión espacial al Sol se debe cancelar la velocidad de
traslación de la Tierra, de aproximadamente 30 kilómetros por segundo, para
dirigirse al astro de nuestro sistema de planetas.
"No solo para eso es necesaria tanta velocidad, ya que la
sonda espacial entrará en órbita junto con Venus para después cambiar de órbita
y dirigirse nuevamente al Sol, hará esta maniobra varias veces más", explicó en
entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
La velocidad es tal, acuñó la líder de la misión, la
científica Nicola Fox y compañera de doctorado de Juan Américo González, que es
lo suficientemente rápido para recorrer la distancia entre Tokio y Nueva York
en menos de un minuto.
Otra de las características de la misión es que por primera
vez la NASA nombra a una de sus naves espaciales en honor a un científico vivo.
La
sonda espacial lleva el nombre de Eugene Newman Parker, científico que
descubrió que la atmósfera del Sol era mucho más caliente que su superficie,
por lo que también predijo la existencia del viento solar.
Parker es reconocido por la comunidad científica
internacional como el padre del viento solar y uno de los físicos que más han
hecho en favor de la investigación de la estrella.
"El sentido de acercarse tanto al Sol es estudiar por qué la
corona solar, es decir, su atmósfera, tiene una temperatura promedio de dos
millones de grados Celsius, mucho mayor que la temperatura de la superficie del
Sol que es de apenas seis mil grados Celsius", agregó el doctor en entrevista
con la Agencia Informativa Conacyt.
Si tomamos como referencia la distancia entre la Tierra y el
Sol y la trasladamos a un campo de futbol americano, la sonda Parker Solar Probe se acercará a la yarda tres, explicó el doctor
egresado del Imperial College London.
El porqué la temperatura de la
atmósfera del Sol es más caliente que la misma superficie estelar ha sido un
enigma para los físicos en el mundo por más de 50 años, la misión busca esta y
otras respuestas.
Cuando un gas está muy caliente, se expande. Esto causa que
la atmósfera solar no pueda ser contenida por la gravedad y comience a
escaparse formando un flujo continuo de partículas, al que los especialistas
llaman viento solar.
"El viento solar viaja a través del espacio llegando a los
planetas formando una inmensa burbuja llamada heliosfera",
explicó el investigador.
Desde el Laboratorio Nacional de Clima Espacial (Lance),
esperan que esta misión les pueda ayudar a obtener más datos de las tormentas
solares y así comprender mejor estos fenómenos para tomar las medidas
adecuadas.
Nuestro planeta tiene un sistema de defensa natural: el
campo magnético de la Tierra funciona como una especie de coraza que impide que
las partículas que forman el viento solar ingresen a la atmósfera.
Sin embargo, cuando ocurre una tormenta solar, es decir, una
explosión en el Sol que eyecta material que tiene propiedades físicas que
rompen esta coraza magnética, existe un peligro muy serio, aseveró el
investigador Américo González.
Así como este fenómeno provoca las auroras boreales, también
ocasiona afectaciones en telecomunicaciones, sistemas de posicionamiento
global, radiocomunicaciones y, en casos muy extremos, pueden dañar nuestros
sistemas de generación y transmisión de energía eléctrica.
"Los datos que nos enviarán con la sonda Parker nos ayudarán
a describir las características del viento solar cuando este se genera,
conociendo estas propiedades físicas, vamos a entender mejor cómo se propagan
las tormentas solares", agregó.
Esto servirá para mejorar los modelos existentes en la
Tierra que pueden emitir alertas sobre los riesgos de los eventos solares, e
indicarnos si estos pueden o no ser catastróficos para los sistemas
tecnológicos terrestres.
La nave espacial requirió mucha investigación alrededor de
su construcción debido a que las condiciones a las que estará expuesta son
extremas.
Por ello, está construida con los mejores
aislantes térmicos y con una forma cónica que protege toda la instrumentación
para que nunca esté expuesta directamente al Sol y conserve una temperatura
confortable de 29 grados Celsius que le permita operar con normalidad.
La cubierta absorberá y desviará la energía solar; está
hecha de varias capas de espuma de carbono, entre otras dos hojas de compuestos
de carbono.
Su tamaño es parecido al de un carro compacto
pero mucho más liviano, con poco menos de 700 kilogramos, esto es para que
cumpla las condiciones que le permitan dar 24 vueltas alrededor del Sol.
El final de la misión se prevé dentro de varios años de
investigación, a medida que la sonda se vaya acercando cada vez más al Sol y
termine desintegrándose por completo.
El evento Carrington
La tormenta solar más grande de la que se tenga registro
ocurrió en 1859, cuando el científico Richard Carrington observó explosiones en
el Sol que eran eyecciones de masa coronal.
El fenómeno derivó en grandes auroras boreales que se
pudieron observar en todo el mundo, además de las fallas de todos los sistemas
de telégrafo que se detectaron desde el 28 de agosto hasta el 1 y 2 de
septiembre de 1859.
El doctor Américo González dijo que un evento de este tipo
en la actualidad sería de dimensiones catastróficas porque somos una sociedad
totalmente dependiente de nuestra electricidad y sistemas tecnológicos.
No lo fue así en 1859, ya que no existía la infraestructura
de red eléctrica que hoy existe en todo el mundo, solo había telégrafos y
fueron los que sufrieron las consecuencias.
"Por ello, hay pertinencia en estudiar lo que causan estos
fenómenos porque no sabemos cuándo pero es un hecho
que ocurrirán", concluyó