Boletín
Nº 181 - Diciembre 2017
Fotos: Amapola Nava
Mérida, Yucatán. 15
de diciembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).-Para
la civilización maya los cenotes eran lugar de nacimiento de la vida, ventanas al
inframundo y contenedores de aguas sagradas. Y en realidad, al ser el único
punto de acceso al acuífero subterráneo, los cenotes de la Península de Yucatán
dan vida a animales, plantas y humanos.
A falta de
ríos y lagos, la vida en la península se sostiene gracias al acuífero
subterráneo que se ha formado por la infiltración del agua de lluvia a través
del suelo poroso y fracturado que caracteriza a la región. Pero la porosidad
que da origen al acuífero también lo vuelve susceptible a la contaminación, pues
no solo la lluvia, también los contaminantes pueden infiltrase hasta alcanzar
el agua contenida en el subsuelo. Una vez allí los contaminantes pueden
almacenarse o distribuirse y extender el problema de contaminación.
El acuífero subterráneo es la principal fuente de agua dulce
para los asentamientos humanos de la península,
incluso para las ciudades de Mérida, Cancún y Playa del Carmen.
Al ser los únicos cuerpos de agua en el norte de la
península, los cenotes son vitales para la diversidad biológica. Proveen de
agua y son hábitat de insectos, reptiles, mamíferos, aves, peces y plantas.
Cuando cae, el agua de lluvia se vuelve ligeramente ácida al
absorber dióxido de carbono de la atmósfera (CO2). Al llegar a la tierra, el
agua ácida disuelve la piedra que forma el subsuelo península y la vuelve más
porosa.
El agua de lluvia sigue disolviendo la roca caliza formando
grietas y fracturas que se ensanchan hasta formar cuevas. Con el paso del
tiempo el techo de las cuevas puede colapsar y dejar al descubierto el manto
acuífero. En ese momento se ha formado un cenote.
Al filtrarse por el subsuelo y llegar a una cavidad aérea,
el CO2 disuelto en el agua se convierte de nuevo en gas y el agua pierde
su capacidad de disolver minerales. Esto ocasiona que los minerales se
depositen formando estalactitas, estalagmitas y columnas.
El proceso de disolución de la piedra caliza ha sucedido en
Yucatán desde hace unos 60 ó 70 millones de años.
Esta es la razón del paisaje tan característico de la región. A este paisaje se
le denomina paisaje kárstico.
Cenotes y humanos:
Los cenotes están cargados de un significado histórico y han
sido objeto de veneración para las comunidades mayas.
En la península, la población maya prehispánica dependían casi
en su totalidad del agua del acuíferos subterráneo, a la cual accedía gracias a
los cenotes, las grutas-cenote y los pozos. Además recolectaban el agua de
lluvia en chultunes, depósitos parecidos a aljibes
que se construían en la roca caliza.
En el siglo XVI la política colonial tenía como prioridad
establecer las poblaciones humanas donde el abasto de agua estuviera
garantizado. Por esta razón las comunidades de la época estaban asociadas a uno
o varios cenotes.
En el siglo XIX, en el auge de la
industria henequenera, el agua del acuífero subterráneo era utilizada
para abastecer las haciendas.
En la actualidad los cenotes se han convertido en un bien
turístico. Aunque en algunas comunidades siguen siendo la principal fuente de
agua dulce y mantienen su importancia espiritual.
Contaminación
La porosidad y las grietas en el subsuelo vuelven al
acuífero subterráneo muy susceptible a la contaminación. Pues las aguas
residuales, los plaguicidas, fertilizantes, aceites de motor y otros líquidos
pueden percolar hasta el agua subterránea.
En la península no existe un sistema de drenaje público, la
mayoría del agua de desecho termina en en sumideros
que van directamente al acuífero o a fosas sépticas que no proveen un
tratamiento suficiente. Para el 2014, solo el 2.4 por ciento de las aguas
residuales provenientes de los hogares de Yucatán recibían tratamiento.