Boletín
N°213 - septiembre 2020
Los bulos de Whatsapp
sobre la covid-19 promovieron remedios caseros apelando a la autoridad médica
Un estudio publicado por el grupo de investigación ScienceFlows,
de la Universitat de València,
analiza las desinformaciones compartidas en España durante el primer mes del
estado de alarma. Los mensajes promovían el consumo de alimentos cotidianos
para evitar y curar la infección por el nuevo coronavirus, y en muchos se hacía
gala de títulos sanitarios o científicos para dar veracidad al mensaje.
Sergio Ferrer 18/9/2020 09:45
CEST
La circulación rápida de los bulos
sanitarios sobre la covid-19 está garantizada porque apelan a la autoridad
médica y recomiendan remedios caseros al alcance de todos. / Adobe Stock
En marzo, mientras los españoles se quedaban en casa para
aplanar la curva de la covid-19, otra pandemia crecía exponencialmente
transmitida por sus teléfonos: los bulos. Meses después del confinamiento, un
estudio explora las cadenas de texto, vídeos y audios que prometieron salvarnos
del coronavirus con remedios tan simples como un plátano.
El estudio, que acaba de ser aceptado para su publicación en
la revista Gaceta Sanitaria, ha sido llevado a cabo por grupo de
investigación sobre la percepción social de la ciencia ScienceFlows,
de la Universitat de València.
En él han colaborado Maldita Ciencia, Salud Sin Bulos, la Asociación para
proteger al enfermo de Terapias Pseudocientíficas y la Agencia SINC.
El proyecto recogió 2353 mensajes gracias a la colaboración ciudadana recibidos por WhatsApp
entre el 18 de marzo y el 18 de abril de 2020. A partir de ellos se
identificaron y validaron 584 bulos distintos, de los que se seleccionaron 126
relacionados con la prevención o la cura de la covid-19.
La catedrática de Periodismo en la Universidad de Valencia y
coautora principal del estudio, Carolina
Moreno, explica a SINC que este tipo de bulos son "perfectos" y "hechos con
mucha intención" desde el punto de vista comunicativo. La circulación rápida
está garantizada porque apelan a la autoridad médica y recomiendan remedios
caseros al alcance de todos.
Moreno dice que una de las conclusiones del estudio es que
"un bulo no lo es por lo que trata, sino por el lenguaje que usa, por cómo
vende el mensaje". En este sentido, los mensajes que defienden el consumo de
sustancias como la miel y fármacos por entonces todavía en estudio, como las cloroquinas y los corticoides, no son bulos per se.
El problema, según la investigadora, llega cuando los
mensajes se aderezan con afirmaciones como que "las farmacéuticas lo ocultan" o "los médicos lo
saben pero no hay [hidroxicloroquina] para todos".
Por eso Moreno incide: "Lo importante es cómo se costruye
el discurso, no la sustancia".
Desde gárgaras con agua hasta sustancias tóxicas
Además de clasificar las recomendaciones según el origen de
la sustancia (natural, como el jengibre; artificial, como el paracetamol; o no
aplicable, como sonreír), el estudio también analizó el formato del mensaje y
las variables de su emisor.
Así, la mayor parte de mensajes fueron cadenas de texto (39
%) y vídeos (30 %). Con respecto al sexo del emisor, el 45,2 % de los
protagonistas fueron hombres frente a un 13, 5 % de mujeres, aunque el 41,3 %
no fue identificable.
Más del 62 % de los mensajes analizados apelaban a algún
tipo de autoridad al presentarse como provenientes de personal médico (36,5
%), políticos y autoridades sanitarias (12,7 %) y científicos (9,5 %), entre
otros.
"Al apelar a la emoción y utilizar el criterio de
autoridad médica, haces una especie de marketing", comenta Moreno, por eso
"el porcentaje de personas que se autodefinen como personal sanitario [en los
mensajes] es muy alto".
El estudio no entra a valorar la veracidad del currículo
anunciado, pero la investigadora aclara que tampoco importa. "[Lo importante]
es cómo puede ser interpretado ese principio de autoridad por la persona que
recibe el mensaje, y quienes hacen los bulos saben que usarlo funciona para
que sea viral".
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Cuadro de datos
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"Al apelar a la emoción y utilizar el criterio
de autoridad médica, haces una especie de marketing", comenta Moreno, por
eso "el porcentaje de personas que se autodefinen como personal sanitario
en los mensajes es muy alto"
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Moreno destaca que muchos mensajes no eran fríos e
impersonales, sino que apelaban directamente al receptor. "Utilizaban
expresiones como ‘no sé qué pensaréis’ para establecer una relación", añade. En
su opinión, esto fue otro factor clave para el éxito de las cadenas.
"Si bebes mucha agua y haces gárgaras con agua tibia y sal o
vinagre, eliminas el coronavirus". "El plátano cura la covid-19". Son algunos
ejemplos de lo que Montero llama "soluciones caseras y rudimentarias". Consumir
ajo y ponerse un secador de pelo en la nariz (no al mismo tiempo) completan la
lista de falsos remedios contra el coronavirus.
Para Moreno lo más peligroso de estas soluciones caseras, a
primera vista inocuas, es la percepción que generan. "Me da miedo que la gente
tenga una falsa sensación de seguridad y se sienta protegida o retrase la
visita al médico", afirma.
No todos los bulos eran invitaciones inocentes al consumo de
lácteos y paseos por la playa. La lista también incluye recomendaciones más
peligrosas, desde el uso de antibióticos contra un virus hasta el clorito de
sodio (MMS), una sustancia muy tóxica comparable a la lejía.
¿Hacia la segunda ola de bulos?
Moreno conecta el estudio con el concepto de "infodemiología", acuñado por Gunther Eysenbach en 2002. Según este principio, "los bulos se
diseminan igual que una epidemia".
La investigadora considera su trabajo una "cata" que sirve
como primera aproximación al problema al identificar algunos de los bulos que
circularon durante uno de los meses de la pandemia.
"Sería interesante ver si los bulos coinciden
con picos epidémicos, en qué momento se
disparan los contagios y aparecen más [informaciones falsas]". Para ello,
asegura, haría falta más financiación y un equipo
multidisciplinar y amplio que incluyera análisis de big data.
Aun así, espera que este tipo de estudios ayuden a
que médicos y epidemiólogos sean más conscientes de que puede haber gente con
actitudes peligrosas por falta de acción. "Si te dicen que tomes limón o miel
no te va a pasar nada, pero pierdes tiempo".
España se dirige hacia un invierno incierto. ¿Qué
hacer para evitar una segunda oleada de bulos? Moreno admite la complejidad del
problema: "No lo sé. Hay que hacer mucho en muchas direcciones y ámbitos, pero
no sé qué". Aun así, asegura que los proyectos de cambios sociales y de
mentalidad "no se hacen en una generación".
"Es difícil que se frenen los bulos", admite. "Sí
creo que hay mucha información por parte de las instituciones, pero que no está
bien canalizada". Moreno considera que, aunque se podría comunicar mejor, "todo
el problema parte de una base que no tiene que ver con la comunicación actual,
sino con la cultura general de la sociedad, que forma parte del sistema
educativo".
"La comunicación buena ayuda, pero es un proceso
con una base en el sistema educativo de sociedades con una cultura
científica más
prominente y dispuesta al diálogo". El invierno está lleno de incertidumbres,
pero reenviar bulos por WhatsApp no ayudará a disiparlas.
Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.
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