Boletín
Nº 186 - Mayo 2018
CLEY, el equipo potosino que
venció en innovación automotriz
Por Chessil
Dohvehnain
San Luis
Potosí, San Luis Potosí. 24 de mayo de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Cada año desde
2014, la multinacional Valeo organiza un concurso a
nivel mundial denominado Valeo Innovation
Challenge, cuyo objetivo es desafiar a la población
joven del mundo para desarrollar su espíritu emprendedor y contribuir a la
innovación tecnológica de la industria automotriz. Los ganadores obtienen un
premio monetario, así como la posibilidad de no solo desarrollar su
propia startup, sino también de volver su
propuesta una realidad.
En noviembre del año pasado, en un evento que casi pasó
desapercibido para nuestro país a excepción de unos cuantos medios, el equipo
de jóvenes que ganó el primer lugar en París, Francia, fue uno conformado por
la química Yung Leeng
Esperanza de Alba Chong, el ingeniero mecánico electricista César Eduardo
Vázquez Martínez y el ingeniero biomédico Manuel Alejandro Vázquez Martínez,
todos estudiantes de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
"Nuestro proyecto consistió en un sistema regenerativo de
hidrógeno. Cuando vas acelerando el coche, buscamos recuperar la energía de
frenado. La energía cinética la recuperamos convertida en energía eléctrica
para, por medio de electrólisis, separar las moléculas del agua en oxígeno e
hidrógeno, para conservar solo el hidrógeno por medio de un sistema que
diseñamos, para inyectarlo de vuelta a la cámara de combustión. Entonces en
todo este proceso, cuando vuelves a acelerar, se inyecta el hidrógeno y
consumes menos gasolina", revela en entrevista Yung Leeng de Alba.
Preludio para la innovación
En exclusiva para la Agencia Informativa Conacyt,
Yung Leeng explica cómo fue
el proceso de conformación del equipo, el origen de su innovadora idea y los
retos que enfrentaron. Al inquirir sobre cómo fue que iniciaron, la joven
científica comenta que el encuentro casi se puede caracterizar como una
casualidad del destino.
"Eduardo y yo nos conocemos desde la prepa, entonces somos
amigos de casi toda la vida, y él llegó conmigo presentándome este proyecto. Me
dijo: 'Oye Yung, tengo esta idea, quiero ver si
químicamente es posible'. Entonces fue cuando me platicó la idea y me preguntó
si le entraba o no. Acepté y en la primera etapa del concurso empezamos él y
yo".
Comenta que el desafío se estructuró en tres etapas. Durante
la primera, ambos tuvieron que enviar un reporte de inscripción redactado en
inglés, realizándolo a partir de la idea de responder qué harían cuando ganaran
esa primera etapa y cómo desarrollarían la idea. Fue en esa primera etapa en la
que descubrieron que competían contra mil 624 equipos de todo el mundo.
La joven investigadora comenta que
de esos equipos, 800 provenían de la India, aunque también había de Japón,
China y, por supuesto, Estados Unidos, que juntos se conformaron como los
principales a vencer.
"De Estados Unidos
compitió el MIT y equipos de todas esas universidades 'acá, bien fregonas',
entonces la competencia fue dura, contra cinco mil estudiantes de licenciatura,
maestría y doctorado".
De México compitieron alrededor de 75 equipos, entre los
cuales había competidores de la Universidad Politécnica de San Luis Potosí (UPSLP),
del Tec de Monterrey y de la propia UASLP.
El 24 de marzo recibieron una respuesta positiva para pasar
a la segunda etapa, poco más de un mes después de haber entregado su reporte el
13 de febrero, y fue entonces que cayeron en cuenta de que necesitaban a
alguien más dentro del equipo.
"Soy química y conozco los procesos químicos de un carro pero no la mecánica, entonces fue cuando ingresó al
equipo el hermano de Eduardo, Alejandro, quien es ingeniero en biomédica y su
conocimiento en programación y electrónica fue lo que nos permitió adaptarlo al
proyecto".
Al recibir la noticia de estar dentro de la segunda etapa, Yung Leeng cuenta que la empresa Valeo les otorgó cinco mil euros, que entonces eran
alrededor de cien mil pesos mexicanos, para desarrollar la idea, lo cual les
permitió patrocinar un proyecto que los diferenció en gran medida del resto de
competidores.
"Creo que lo que nos diferenció de los demás equipos fue que
hicimos un prototipo en duro. Es decir, lo aplicamos en un go
kart. Compramos el carro y le adaptamos nuestro sistema ¡y funcionó muy bien y
todavía lo hace! Nos quedamos con el carro", dice mientras ríe.
Las buenas ideas de la vida cotidiana
Sobre el origen de la idea, Yung Leeng comenta que en principio fue de su amigo César Eduardo,
a quien considera una persona bastante dinámica y activa.
"Entonces él cuenta que un día iba manejando y dijo: 'Es que
realmente se pierde mucha gasolina y mucha energía en el coche con tanto
frenado en la ciudad, o sea, aceleras, frenas, aceleras, frenas', y eso también
contamina mucho. Entonces se le ocurrió que, de alguna manera, podíamos
recuperar esa energía de frenado y volver a inyectar 'energía verde', como el
hidrógeno".
Y fue así como surgió su equipo, llamado CLEY, el cual es un
nombre arreglado a partir de las iniciales de los nombres de Yung Leeng y César Eduardo.
Durante la preparación de su proyecto, y al ver la realidad competitiva
internacional a la que se enfrentaban, tomaron la decisión de no preocuparse
hasta conocer los resultados. Al recibirlos, se encontraron bastante
emocionados porque era evidente que la idea había agradado a los evaluadores.
"Pero al mismo tiempo dijimos: '¡Rayos!, lo tenemos que
hacer, ¡ahora sí lo tenemos que hacer!'. Fue realmente puro trabajo en equipo.
Cada uno tuvo sus roles; cada uno tuvo objetivos principales que al final
convergían en una meta final. Yo en mi área hacía mis experimentos y ellos, en
la suya. Les decía: 'Miren, esto me está funcionando a mí', y me decían: 'Ah,
bueno, entonces eso me sirve a mí para seguir haciendo mis experimentos',
entonces al mismo tiempo trabajábamos juntos".
Fue el verdadero trabajo en equipo lo que les permitió
coordinarse y estructurar sus conocimientos, a pesar de provenir de disciplinas
radicalmente diferentes. Yung Leeng
comenta que en el caso de la química, esta puede
adaptarse a las situaciones, y la ingeniería también, hasta cierto grado. Pero
la situación no era tan sencilla con la biomédica. Aunque, afortunadamente, los
conocimientos de Alejandro para la fabricación de sensores y la articulación
del sistema de recuperación de información fue un gran aliciente al momento de
conjuntar el sistema de regeneración.
"Tuve que meterme a su área (de Eduardo) para entender cómo
funcionaban las cosas y él tuvo que hacer lo mismo. O sea, se trata de saber
comunicar tus ideas, principalmente, y decir 'sí, sí te entiendo' o 'no te
entiendo'. Creo que eso es lo principal".
Incluso en tal sentido, la interacción entre los miembros no
fue algo que llegara a ocasionar problemas en este equipo. Tal como explica Yung Leeng, conocerse de años les
permitió adaptarse a los ritmos de trabajo individuales bastante activos.
Aunque no fue el caso para un potencial cuarto integrante que no pudo adaptarse
al flujo de trabajo y que tuvo que retirarse por motivos personales.
Potosinos en Francia y el valor de la innovación
Cuando fueron elegidos como finalistas, tuvieron que
preparar una presentación bastante dinámica para mostrar los resultados de su
proyecto ya que tenían un problema. Y ese era el go
kart que modificaron, ya que por su tamaño no podían llevarlo hasta París.
Afortunadamente el ingenio de los jóvenes salió al rescate.
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"Lo que tuvimos que hacer fue ser muy dinámicos y
explicativos con nuestra presentación. Hicimos un video animado con gifs y fotos de
nuestro go kart, platicando cómo funcionaba. Esa presentación
la hicimos frente al corporativo de Valeo y expertos que ellos escogieron en el área de
investigación, del área de finanzas y reporteros especializados", dice Yung Leeng.
Ante
ello, la respuesta del jurado fue percibida como positiva y, por supuesto,
hubo muchas preguntas, como cuenta Yung Leeng, porque eso era evidencia de que al corporativo le
había gustado la idea. Cosa aparte era la percepción que la competencia
internacional tenía de ellos, con quienes al
principio no hubo mucha conversación.
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La estudiante comenta que no sabían si esa actitud de los
concursantes se debía a que estaban presionados por las presentaciones o si era
porque los equipos no los consideraban rivales dignos. Esto lo pensaron a
partir de una anécdota inicial en Francia, donde al llegar a la sede de la
final tenían que mandar un cartel científico de su propuesta.
"Recuerdo mucho que los polacos se acercaron a nosotros y
nos preguntaron: '¿Por qué siguen trabajando con algo de combustión, si la idea
es llegar a algo eléctrico o híbrido?', entonces nosotros les contestamos que
en México y en países en desarrollo eso no es una realidad. Es decir,
necesitamos algo que nos lleve a esa etapa de transición, y esa es la clave de
nuestro proyecto. Creo que también se trata de saber vender una idea. Porque si
llegábamos y les decíamos: 'Tenemos esto y esto es el futuro', no. Sabemos que
ese no es el futuro, pero sabemos que al menos esta es una manera de llegar al
futuro", continúa.
Sobre cómo se sintieron al estar ahí después de meses de
investigación y duro trabajo, Yung Leeng cuenta que de todo el tiempo que duró el proyecto,
ese día fue el que más se encontraron relajados.
"Ya habíamos ensayado mil y un veces, lo teníamos bien hecho
y dijimos: 'Ya, aquí se decide todo'. Y cuando escuchamos que mencionaban al
equipo ganador y que empezaban a hablar de nuestro proyecto, dijimos: '¡Somos
nosotros, somos nosotros! Los tres nos agarramos de la mano y yo estaba llorando pero me dije: 'No, espera, la foto, ¡la foto!'",
dice entre risas.
Yung Leeng Esperanza:
una mujer de ciencia hacia el futuro
La joven química comenta que la situación los hizo sentirse
realizados ya que a los tres les había costado mucho, aunque de diferente
manera.
"Alejandro estaba en cuarto semestre
durante el proyecto, y tal vez sus conocimientos no eran muchos y tuvo que
buscar por otros lados. Eduardo estaba saliendo de la carrera, entonces era una
meta muy grande y un buen currículum para alguien que ya está saliendo. Y para
mí, aunque ya voy a salir, fue como una manera de demostrarme a mí misma que
realmente puedo y que no nada más estoy aquí para ver qué pasa. Fue una
realización personal muy fuerte".
Un hecho que no pasa desapercibido es que ella era la única
mujer del equipo. Sobre cómo son las relaciones de género tejidas dentro del
grupo y sobre si alguna vez sintió un trato diferente por ser mujer, afirma que
tal vez sea porque los conoce y los considera como su familia, que no vio que
existiera un trato diferente por ser mujer.
"La primera vez que me lo preguntaron pensé en que no me
había dado cuenta de eso. Tal vez ya estando en Francia, pero no mucho porque aunque éramos 21 concursantes, de los cuales cuatro
éramos mujeres, nunca sentí esa clase de actitud hacia mí. A lo mejor ya es
cosa mía, de que no me fijo en eso, pero es porque yo no me siento menos que
nadie".
De los grupos finalistas, los griegos eran un equipo
compuesto por cuatro hombres y una mujer, mientras que los polacos eran un
equipo compuesto solo de hombres. Al respecto de estos últimos, teniendo en
cuenta su encuentro previo, acerca de su reacción posterior a su declaración
como ganadores: "Al final se acercaron y nos dijeron: '¿Qué fue lo que
hicieron?', preguntándonos sobre nuestro proyecto. Y bueno, con los griegos
tuvimos una muy buena relación. La personalidad de los griegos y los mexicanos
es muy parecida. Son muy extrovertidos. La fiesta era entre ellos y nosotros",
dice mientras ríe.
Al preguntar sobre el estado actual del proyecto, que aún
continúa en desarrollo, Yung Leeng
dice que uno de los beneficios que Valeo les otorgó
como ganadores del proyecto fue la retención de la autoría intelectual de la
idea. Además de que se les ofreció la oportunidad tanto de trabajar de manera conjunta
con Valeo o de hacer la patente por su cuenta, aunque
siempre dándoles prioridad a ellos debido a que fue gracias al corporativo que
tuvieron la oportunidad de exponer su idea.
"En este momento estamos en ese proceso, de buscar cómo se
manejaría el proyecto y de qué manera podemos seguir desarrollando la idea,
porque este sistema implica muchas variables y podría representar una muy buena
oportunidad para todos. Por ejemplo, para el ambiente".
Sobre cómo se ve a futuro, responde que le gustaría mucho
seguir en el desarrollo del proyecto, el cual considera una muy buena idea sin
temor a equivocarse, mostrando así una cualidad de muchas emprendedoras
científicas del momento.
"Pero esencialmente me veo en el área de investigación en
cuidado al ambiente, que creo es una de las áreas que realmente nos debe de
preocupar actualmente. Como química me veo contribuyendo a esto, buscando
generar un cambio ambiental positivo".