Boletín Nº 175 - Mayo
2017
Q&A: Cómo impulsar la bioenergía
en mundo en desarrollo
Crédito de la
imagen: Archivo personal de Glaucia Mendes.
De un vistazo
América Latina y África dedican grandes áreas a
pastoreo que podrían usarse para producir biocombustibles
Evidencia muestra que no hay nexo entre
producción de bioenergía e inseguridad alimentaria
Bioenergía debe ser parte integrante del
planeamiento estratégico de economías globales
[SÃO PAULO] Usando técnicas
de producción de bioenergía ya disponibles sería posible suministrar hasta 30
por ciento de la energía mundial hasta 2050 sin afectar la
biodiversidad ni poner en riesgo la seguridad alimentaria de la población,
según un informe redactado por científicos de 24 países bajo
responsabilidad del Comité Científico sobre Problemas Ambientales (Scope, por
su sigla en inglés), una red global que revisa el conocimiento científico sobre
cuestiones ambientales.
Sólo en Brasil, más de
60 millones de hectáreas, usadas actualmente para pastoreo de baja intensidad,
podrían usarse en la producción de biocombustible.
Este país es mundialmente
reconocido por la producción de ese tipo de combustible. Su éxito es resultado
de la iniciativa pionera de producir industrialmente etanol a partir de la caña
de azúcar en los años 1970 con el Programa Nacional del Alcohol (Pro-alcohol).
Esa política condujo
al lanzamiento, en 2003, de vehículos que pueden funcionar con gasolina, etanol o
una mezcla de ambos. Los autos con tecnología Flex hoy constituyen la mayor parte del parque
automovilístico brasileño, con más de 20 millones de unidades en circulación.
Para conocer más sobre
la actual fase de producción de biocombustibles en el mundo en desarrollo y los
retos relacionados a la expansión de la producción de bioenergía, SciDev.Net
entrevistó a Glaucia Mendes Souza, investigadora del Instituto de Química de la
Universidad de São Paulo (IQ-USP), coordinadora del Programa FAPESP de
Investigaciones en Bioenergía (Bioen) y coeditora del documento.
¿Cuál el potencial de expansión de la
producción de biocombustible en América Latina y África?
¡Enorme! Hay al menos
500 millones de hectáreas disponibles para la producción de biocombustible en
el mundo. Gran parte de esas tierras están en América Latina y África
subsahariana y están siendo usadas para pastoreo de baja intensidad. Solo en
Brasil hay 64 millones de hectáreas de tierra que podrían usarse como áreas de
producción de biocombustible.
¿Es posible la expansión de la producción de
biocombustible sin afectar la biodiversidad o poner en riesgo la seguridad
alimentaria en esas regiones?
Los abordajes exitosos
de la producción de biocombustible se basan en una sinergia entre la producción
de bioenergía y la seguridad alimentaria. Eso solo puede hacerse mediante inversiones
en el desarrollo de nuevas tecnologías para mejorar la infraestructura de
producción, adoptar medidas que garanticen la estabilidad de los precios de los
alimentos, incentivos a la producción local y al uso de cultivos flexibles que
permitan sembrar alimentos y biomasa para bioenergía.
Campos de caña
de azúcar, cultivo usado para producir etanol
Crédito: Dennis Pennington /
Michigan State University Extension.
Una preocupación actual es que el
aumento de la producción de biocombustible podría impactar en el precio de los alimentos.
¿Cómo evalúa esa cuestión?
Muchos señalan a la
bioenergía como una de las principales causantes del aumento de precios de los
alimentos. Sin embargo, tras analizar casi 2 mil estudios e informes sobre el
panorama actual de la bioenergía y sus posibles impactos, los investigadores
del Scope concluyeron que no hay relación causal inherente entre la producción
de bioenergía y la inseguridad alimentaria.
¿En términos científicos, cuales son los
principales retos para la producción de biocombustible en América Latina y
África?
Creo que lograr
converger la producción de bioenergía con la demanda por alimentos. Ambos
continentes deberían invertir en el aumento de la productividad de sus tierras
cultivadas, liberando otras tierras para sembrar cultivos bioenergéticos.
Además, sería importante integrar la producción de bioenergía a los sistemas de
producción de cultivos para suministro de alimentos, invertir en el
mejoramiento de plantas para que se adapten a tierras degradadas, establecer
incentivos financieros para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y
producir bioenergía en tierras improductivas.
Hoy, 87 por ciento de la demanda de energía en
el mundo es atendida por el consumo de combustibles fósiles y energía nuclear.
¿Cómo revertir ese escenario?
Por medio de políticas
que estimulen el desarrollo sostenible y el acceso a energía limpia.
¿Qué tipos de políticas públicas?
Políticas integradas. La
expansión sostenible de la bioenergía exige un planeamiento cuidadoso, que
involucre al sector público y privado, a la comunidad científica, los
productores rurales, entre otros actores. La bioeconomía solo puede
desarrollarse plenamente a partir de un nexo entre todos los sectores
relacionados, lo que impone retos complejos a los tomadores de decisión. La
bioenergía debe considerarse como parte integrante del planeamiento estratégico
de las economías globales. Una mejor comprensión de la dinámica de los costos y
beneficios a largo plazo puede ayudar a concebir esquemas de financiamiento
adecuados e iniciativas que estimulen el desarrollo sostenible de los
biocombustibles.
¿Brasil ha invertido adecuadamente en el
desarrollo científico y tecnológico relacionado a la producción de
biocombustible?
Si. Creo que la
principal iniciativa es el Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía
(Bioen), creado en 2008 para mejorar la productividad del etanol y avanzar en
ciencia básica y en el desarrollo tecnológico. En los últimos años se han
publicado alrededor de 2 mil artículos científicos como resultado de proyectos
financiados por el programa y, hasta 2016, se han invertido alrededor de US$200
millones en proyectos.
¿Cuáles son los principales avances científicos
y tecnológicos en la producción de biocombustible en Brasil?
Gracias al programa de
etanol y a investigaciones llevadas a cabo por el sector privado e
instituciones públicas de investigación, Brasil obtuvo variedades de caña
mejoradas genéticamente y así logró aumentar su productividad desde 49
toneladas por hectárea en 1970 a 85 toneladas por hectárea en 2010. El país
también desarrolló programas de mejoramiento genético de la levadura e invirtió
en nuevos procesos que resultaron en un mejor rendimiento del etanol, mejoras
en la mecanización de la cosecha, automatización industrial, etc.
¿Qué lecciones podría extraer África de las
experiencias en producción de biocombustible en Brasil?
Brasil es mundialmente reconocido por la
implementación exitosa de su programa de bioetanol, un ejemplo de que es
posible aumentar la producción de biocombustible sin comprometer la seguridad
alimentaria. La expansión de la producción agrícola y el aumento de la
productividad en bioenergía en el país es resultado de una mejora significativa
del ambiente productivo en el sector rural que incluye prácticas
agroeconómicas, disponibilidad de servicios y equipamientos y la adhesión a
tecnologías modernas. Las lecciones aprendidas en Brasil ya están siendo
aplicadas en países de América Latina, África y Asia, que adoptaron el modelo
brasileño de producción de etanol y lo están adaptando a sus realidades.
> Enlace al informe de SCOPE
El Programa de
Investigaciones en Bioenergía (Bioen), coordinado por Glaucia Mendes Souza,
es financiado por FAPESP, uno de los donantes de SciDev.Net.
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