Nº 5, mayo, 2020

Universidades públicas frente a la pandemia

·         Riesgo de rezago en agenda de investigación

·         Escenario de "normalidad diferente"

William Mora M.
wmora@conicit.go.cr

En contraste, la afectación se espera sea menor en las áreas de las ciencias sociales, humanidades y ciencias económicas producto de las metodologías de análisis.

Para los vicerrectores de investigación de la Universidad de Costa Rica (UCR), Dr. Fernando García Santamaría y del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), el Ing. Jorge Chaves Arce, ambos centros de educación superior ya enfrentan un "proceso adaptativo" que les obliga innovar para prevenir mayores impactos.

"Realmente es una lástima que por esta coyuntura no se pueda usar el dinero destinado a la investigación", afirma el Dr. García para quien el manejo de presupuestos anualizados, impuesto por la regulación vigentes, restringe la inversión en ciencia y tecnología.

La Contraloría General de la República obliga a las universidades a clasificar la investigación como una "actividad ordinaria," un dictado contraproducente para el concepto plurianual de los proyectos.

Hay investigaciones diseñadas para extenderse hasta por diez años como es el caso del mejoramiento genético de la papa o de la papaya; y en las universidades la mayoría de los proyectos supera el umbral de los 12 meses en su ejecución.

Aunque no se tiene una estimación definitiva, para el Ing. Chaves en el TEC al menos un 60 % de las tareas de investigación se verán afectadas por la pandemia.

Tanto en la UCR como en el TEC se han respetado los límites impuestos por el Ministerio de Salud y solo entre un 15 y un 20% del personal en cada una de las áreas puede desplazarse a los laboratorios a cumplir funciones básicas.

En la UCR un equipo de investigación del Instituto Clodomiro Picado trabaja aceleradamente en la fabricación de sueros con anticuerpos a partir del plasma recolectado de personas convalecientes; también preparan la producción de inmunoglobulinas equinas que puedan aplicarse para atenuar severidad de la enfermedad del Covid-19. Estas investigaciones se coordinan con el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

El aporte universitario se dimensiona en otros frentes como la recién publicada encuesta de opinión pública sobre la percepción ciudadana de los diferentes actores a cargo del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP).

A los estudios biomédicos se suman iniciativas de grupos de trabajo en el plano ingenieril (producción de ventiladores mecánicos y equipos de protección), económico, salud mental y violencia intrafamiliar.

En el TEC se han enfocado en la fabricación de cápsulas para la intubación de pacientes Covid-19 y el transporte de infectados en ambulancias; a la vez, se trabaja en técnicas de desinfección de mascarillas, caretas protectoras, gabachas desechables, mascarillas N 95 y en la producción de ventiladores mecánicos para la respiración asistida.

Oportunidad

La coyuntura del Covid-19 parece haber revalorado el papel de la investigación científica y el aporte de las universidades al país.

Para el Dr. García y el Ing. Chaves las respuestas dadas desde los centros universitarios resaltan su papel como "bienes públicos". Los productos concretos entregados y el apoyo experto para comprender los efectos de esta enfermedad se sustentan en la alta calidad de los docentes.

La "timidez académica"—asegura el Dr. García— ha dado paso a un activismo con las voces de muchos investigadores interesados en atender las consultas de los medios de comunicación.

"Me parece muy positivo que en esta coyuntura los académicos deban salir a dar la cara; es fundamental bajarse del pedestal y salir a discutir con los medios de prensa temas complejos de manera sencilla", afirma el Dr. García, quien aspira a que esta tendencia se mantenga.

"Medicina de guerra"

La urgencia en la búsqueda de soluciones ha puesto en jaque el accionar de las instituciones públicas y de esto no escapan las universidades.

En medio de la urgencia, aseveran ambos vicerrectores, el país tiene que preocuparse por vigilar las derivaciones éticas de la pandemia. Así, la producción de medios terapéuticos contra el Covid-19 deberán ser de acceso universal y no un privilegio de pocos.

"Si sale una vacuna ha de ser para todos; no solo para los países ricos o quienes puedan pagar", añade el Dr. García.

Nueva realidad

En los próximos meses tanto el país como las universidades tendrán que aprender a convivir con la llamada "normalidad diferente" causada por el Covid-19. Antes de que se logre la inmunidad colectiva, los estudiantes no podrán reunirse masivamente en las aulas.

"Nunca antes como humanidad habíamos vivido una situación similar; todo se presentó tan rápido. En cinco meses se ha generado una avalancha de conocimiento sobre este virus y todo parece tentativo", puntualiza el Dr. García.