Nº 05, mayo, 2017

Ciencia local bajo la lupa de "Chema" Gutiérrez

·      La retórica no corresponde a la realidad de nuestro sistema científico

·      Instituto Clodomiro Picado T: balance entre investigación básica y utilitaria

William Mora M.
wmora@Conicit.go.cr.

Este hombre de fuero juvenil, amante de la novelística de Yolanda Oreamuno; sorprendido de la ficción de la película "2001 odisea en el espacio", descolgó su bulto de universitario y su paraguas en el escritorio de mi oficina. Instantes antes se había bajado del autobús de Coronado con la sencillez de un ciudadano común; ninguno de los viajeros de paso podría imaginar su trayectoria académica y de investigación de altos quilates.

"Chema," como se le conoce en el mundo de los congéneres investigadores, aceptó la invitación para ser el primer participante en el conversatorio "CAFÉ con IDEAS" que recién inaugura el Conicit, con motivo de su XLV Aniversario de su creación.

Durante dos horas, el modelo de ciencia y tecnología que persigue Costa Rica estuvo bajo su lupa incisiva del Dr. José María Gutiérrez Gutiérrez; lo considera titilante como una luciérnaga; desenfocado en su visión de largo plazo; endeble y frágil, víctima de una retórica política que a lo largo de 30 años no le dado la prioridad que merece.

—Como experiencia personal debo decir que en algún momento uno se cansa; tiene la sensación de tiempo perdido, de estar asistiendo a reuniones para planes nacionales de desarrollo en ciencia y tecnología, tratando de transmitir las ideas y esas ideas generalmente no se concretan; entonces uno se cuestiona hasta dónde tiene sentido invertir tiempo en esto.

De inmediato, reacciona y sale a flote de su propia reflexión sobre el porqué involucrarse en la discusión abierta del tema; este es otro encuentro para hablar de lo mismo.

—Claro, ese pensamiento está equivocado porque siempre tiene sentido tratar de incidir sobre los sectores políticos; en esa falta de visión política sobre el problema de la ciencia todos tenemos responsabilidad.

Modelo del mundo desarrollado

Los pensamientos de este investigador se anclan en una visión sistémica en donde las ciencias básicas, las ciencias aplicadas y la innovación fluyen en una dinámica natural, casi mecánica, que justamente explica el éxito de los países desarrollados como Alemania y Suecia.

—La cultura proclive a la ciencia surge de un entorno político, cultural e ideológico que favorezca el desarrollo armónico y vigoroso de esas actividades, añade.

¿Qué pasa con este sistema en nuestra realidad?

Para "Chema" en Costa Rica la ciencia y la tecnología tienen desarrollos desiguales en sus componentes, evidencia de la desconexión entre ellos; y consecuencia de las deficiencias a nivel de políticas macro en el sector público.

—Pese a los esfuerzos que se hacen en las universidades y en el Conicit y otros entes que soportan la investigación, existe una comunidad científica poco redundante, una masa crítica muy limitada. Tenemos áreas de investigación con ciertas fortalezas, y fragilidad a la vez; si un investigador se muere, se pensiona o se pelea... casi desaparecen.

Si se observa el ámbito de las ciencias aplicadas la situación es similar; no hay conexión con el sector social o productivo, el sistema aparece cortado, trabado. Según el investigador esto queda patente por la ausente actitud de riesgo para invertir más en innovación e investigación por parte del sector privado.

—Tenemos políticas confusas; cuando uno lee los planes de gobierno de los partidos políticos, el componte de ciencia y tecnología es muy secundario o inexistente; esto se refleja en el bajo porcentaje del Producto Interno Bruto que se invierte en estos campos.

Huracán ideológico de los 80

Ese fue un "huracán ideológico" que impuso la desregulación de las actividades económicas y la consecuente reducción del aparato del Estado; el fomento de los valores individualistas frente a los colectivos o del bien común; y la visión reduccionista, de carácter economicista, que privilegia solo aquellas actividades de impacto directo en la economía y la productividad.

Para este investigador la ciencia y la tecnología, como actividades humanas, deben ir más allá de producir dinero; las ciencias básicas son poderosas herramientas para conocer la realidad natural y social; son insumos de la cultura.

En un plano redimido del papel de la ciencia se debería abandonar la visión exclusivista de denominar como ciencia solo aquellos productos del conocimiento de las ciencias naturales; las ciencias sociales y el humanismo forman parte de un modelo integral.

—Si hay algo en la realidad que debemos con urgencia comprender son los cambios sociales y sus consecuencias en el sistema educativo; la violencia; el narcotráfico; la crisis de la salud pública; el drama de las migraciones, etc.

Esta parcialidad de la actividad científica local se traduce en hechos como que las políticas científicas solo privilegien a las ciencias básicas o las ingenierías; y en que en la Academia Nacional de Ciencias no se hayan incorporado representantes de las ciencias sociales.

—Damos batazos por aquí y por allá para ver cómo resolvemos los problemas que en su complejidad demandan el análisis multidimensional de las ciencias sociales. Uno escucha a los personajes del mundo dela política criticando el por qué las universidades invierten dinero en edificios para alojar a las ciencias sociales; esto es muy grave, las ciencias sociales son componentes esenciales para explicar la realidad nacional y generar políticas públicas.

Atalayas de la ciencia

En su defensa de una visión integral de la ciencia y la tecnología José María apuntala sus argumentos en la historia de dos atalayas del desarrollo científico local: el Dr. Clodomiro Picado Twight, y el Dr. Róger Bolaños Herrera.

—En ese tiempo proponer que conforme se envejece se producen anticuerpos contra las propias hormonas y tejidos, era un sacrilegio porque se creía como dogma que no se producían anticuerpos contra uno mismo; hoy sí lo sabemos por las enfermedades auto inmunes descritas.

El Dr. Róger Bolaños, su mentor por excelencia, fue profesor de la Facultad de Microbiología, y a quien se le dio la tarea de desarrollar el Instituto Clodomiro Picado T (ICP), adscrito a la Universidad de Costa Rica (UCR.

—La figura del Dr. Bolaños siempre le ha impactado muchísimo porque es una persona poco conocida injustamente, con una visión de largo plazo impresionante. Creó el instituto para producir con éxito los sueros antiofídicos que el país necesitaba y tuvo siempre claro la importancia de efectuar un desarrollo equilibrado entre esa función y la realizar investigación básica sobre serpientes, venenos y envenenamiento; así como la acción social y la docencia universitaria de grado y posgrado.

El padre del Dr. Bolaños había sido asistente de laboratorio del Dr. Picado en el HSJD; así es que de alguna manera el ICP es una continuidad de los empeños de "Clorito".

 

 

Instituto Clodomiro Picado T.

Balance entre rentabilidad económica, académica y social

·      Conicit es una institución maniatada

·      Falso valor: el culto a la tecnología

·      Retos del país y el planeta: reducción de la inequidad e impedir catástrofe ambiental

William Mora M.
wmora@conicit.go.cr

Con el primer sorbo de café comenzaron a saltar las preguntas de la audiencia; el menú fue amplio, se cuestionó el papel de la ciencia en el desarrollo; la propiedad intelectual; el culto a la tecnología en las nuevas generaciones; la enseñanza de la ciencia en el país y, desde luego, el aporte del Instituto Clodomiro Picado Twight.

Se ofrece a continuación un resumen de una selección de las preguntas formuladas por el personal del Conicit en el conversatorio "CAFÉ con IDEAS", actividad realizada el viernes 5 de mayo en la sede en Coronado.

Jorge Muñoz: ¿Por qué cuesta tanto reconocer la visión de la ciencia de una manera integral?

Entonces, si la visión del desarrollo nacional es estrictamente una visión economicista lógicamente todo va a ser visto con esa óptica, en cuenta el desarrollo científico. Desde este punto de vista lo que tiene sentido son las actividades de investigación que permitan mejorar los índices económicos, nada más. 

Alejandra Araya: Agradecerle que haya sacado un ratito para venir a compartir aquí. Es un honor tenerlo con nosotros. ¿Cómo nos ve Usted al Conicit y su relación con el Micitt? ¿Qué podríamos hacer para cambiar las cosas?

—Bueno mi apreciación es que el país ha logrado crear un sistema de ciencia y tecnología, hay estructuras y hay instituciones de un sistema, el Conicit es una de ellas; pero si no hay una voluntad política clara de fomentar un desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país, con esa filosofía integral que plantee, una Institución como el Conicit está con los pies amarrados porque claramente depende de una voluntad política para su financiamiento. Además, me parece que está supeditado a las líneas de priorización que establezca el ente rector que es el Micitt.

Ceo que una entidad como el Conicit tiene que existir en un país como el nuestro pero su funcionamiento está muy determinado por fenómenos políticos que trascienden al mismo Conicit.

Yo he percibido a lo largo de los años que algunas de las políticas del Conicit han ido a fomentar la investigación muy aplicada al medio productivo; mi sugerencia es que el Conicit considerara una visión más integral de la ciencia y la tecnología.

Muy al principio el Conicit apoyaba las ciencias básicas; mi proyecto de los cariotipos de las serpientes costarricenses fue apoyado por el Conicit. En los años 80 se dio un viraje hacia las ciencias aplicadas.

Un investigador me preguntaba en una encuesta por qué en Costa Rica no había surgido alguna idea nueva realmente revolucionaria que tuviera un impacto en el ámbito productivo, algo similar al desarrollo de los hidratantes tipo "Gatorade" de la Universidad de Florida, en Gainesville. A partir de la investigación en nutrición y fisiología del ejercicio lograron patentes que les representan un ingreso por regalías gigantesco. Mi respuesta fue: si no tenemos centros de investigación básica consolidados y con fuerte apoyo, pretender generar ideas revolucionarias que impacten en el ámbito productivo es pedir peras al olmo.

Luisa Díaz: Además de las agendas individuales prevalece en muchos científicos jóvenes un gran apego al equipamiento; se preocupan más porque su investigación esté asociada al uso de equipos sofisticados que a lo que realmente aportan de su intelectualidad.

 —Quisiera retomar esto de la individualidad. Lo discuto mucho con los compañeros del ICP; les digo vean nosotros manejamos dos agendas: manejamos nuestro interés individual y el ICP maneja una agenda colectiva, y tiene que existir un equilibrio entre esas dos agendas.

Contrario a las posiciones neoliberales, las agendas colectivas no se pueden construir sobre la base de sumas de agendas individuales. No se construye un proceso colectivo como el del ICP sumando las agendas individuales.

No se trata de negar las agendas individuales que todos tenemos, se trata de incorporar las agendas individuales en agendas más colectivas; ese es el gran reto de los grupos de investigación.

Silvia Arias: ¿Me gustaría saber si en algún momento en ICP se vio tentado a dejar de hacer sueros antiofídicos (que asisten a los campesinos de los países pobres) para producir algo más rentable con el conocimiento que ustedes tienen?

—En realidad no, aunque ese peligro siempre está latente.  En el ICP ha privado una filosofía muy definida desde que estaba don Róger Bolaños; teníamos una función social y nuestra misión es salvar vidas de personas atacadas por serpientes, que generalmente es gente pobre en países pobres; por lo tanto, no se puede especular con esto.

Es por esta razón que la empresa privada farmacéutica no se dedica a producción de sueros antiofídicos. Ahora, cuando este proceso de neoliberalismo entró como un huracán arrasador en los años 80 y estos valores de solidaridad y de bien común entraron en un retroceso muy grande nosotros, sí tuvimos presiones externas, no de adentro en la universidad, sino de sectores políticos externos, para que optáramos por producir otros productos más rentables y para que la producción de sueros pasara al sector privado.

Tengo la esperanza de los valores que han constituido el instituto se mantengan; eso no quiere decir que nosotros no tratamos de ser eficientes desde el punto de vista de rentabilidad económica, y de hecho mucho de los ingresos por los que opera el Instituto son ingresos por venta de sueros antiofídicos.

Nosotros estamos vendiendo un suero en África a US$ 22 el frasco; mientras, la empresa Sanofi Pasteur los ofrecía a US$ 120 el frasco; claro, esa empresa dejó de hacer suero para África por una lógica de rentabilidad.

Nosotros hemos introducido un concepto filosófico de operar sobre la base de tres rentabilidades:  la rentabilidad económica, porque necesitamos dinero para operar; rentabilidad académica y rentabilidad social. El problema es que en ciertos sectores únicamente se ve la rentabilidad económica; si uno abre el abanico se debería ver cuántas publicaciones se generan con esa investigación, o cuántas vidas salva con esa investigación. Entonces, el concepto de rentabilidad deja de ser un concepto estrictamente económico y pasa a ser un concepto social y un concepto académico también.

Arturo Vicente: Usted resaltó que la propiedad intelectual es una parte importante del ecosistema de innovación; recuerdo que desde 1982 se hablaba de que había que crear una ley de propiedad intelectual, porque era fundamental para el desarrollo científico, y uno ve que 30 años después los registros de patentes son contados con los dedos de la mano.  ¿Por qué hay un bajo registro de patentes?

—Ese tema se las trae, porque en realidad la propiedad intelectual no es un fin en sí mismo; la propiedad intelectual aparece como una forma de proteger al inventor para favorecer más invención.  Lo que pasa es que el concepto de propiedad intelectual en el capitalismo moderno termina siendo muchas veces un elemento que va más bien contra eso.

El caso de la industria farmacéutica es muy claro, muchas de las patentes que genera la industria farmacéutica son patentes que simplemente cambian una pequeña estructura en una molécula para extender el monopolio; en el mundo de la empresa farmacéutica la innovación sustantiva en realidad es bastante limitada porque se ha empleado el paraguas de la propiedad intelectual más bien para proteger espacios de control de mercados y se ha desnaturalizado el sentido original que tenía. Algo semejante ocurre en otros ámbitos productivos.

Ahora, claramente hay un espacio para la propiedad intelectual, la pregunta es ¿cuál es ese espacio, y para qué sirve la propiedad intelectual?  Mi criterio es que debe servir para mejorar la ciencia y sobre todo para mejorar la calidad de vida de la gente. Sobre esto debemos debatir mucho más.

¿Por qué en Costa Rica se generan tan pocas patentes? Yo diría que se debe a que en el país se generan muy pocas ideas realmente novedosas; no creo que el problema en Costa Rica sea tanto que la gente no quiera patentar por falta una cultura de patentamiento; ese problema existe, pero yo creo que nosotros tenemos serias limitaciones para generar nuevas ideas que puedan ser patentadas. Esto de que no patentemos denuncia la debilidad de nuestro sistema de ciencia básica.

Es un error caer en la obsesión por la patente, porque si se patenta un procedimiento o un descubrimiento, sin que eso llegue al mercado, solo se generan costos innecesarios; patentar por patentar tampoco termina siendo una solución.

Volviendo a la historia del ICP, nosotros hemos tenido dos desarrollos tecnológicos como son el método de producción de suero antiofídico y un método nuevo de producción de derivados de sangre humana para producir albúmina y gammaglobulina y factores de la coagulación.

La tecnología de suero antiofídico se decidió no patentarla porque era una tecnología sobre todo utilizada por laboratorios públicos en países pobres; entonces tener una patente simplemente significaba ocultar ese conocimiento. ¿Quiénes irían a pagar el licenciamiento de ese conocimiento? ¿Un laboratorio de Paquistán, Bangladesh o de Bolivia? Entonces decidimos publicar el trabajo, ese conocimiento es público y ha beneficiado a muchos países.

Nos han dicho: "¡Ustedes dejaron ir oportunidad de generar mucho dinero! ...." Más bien usando la óptica de la rentabilidad social nosotros decimos: "—No, gracias." Con esa tecnología en muchos lugares se están salvando vidas.  Yo pienso que fue una decisión correcta porque el impacto social de haber tomado esa decisión está ahí.

En cambio, cuando desarrollamos la tecnología para producir derivados de la sangre humana reconocimos que quienes producen este tipo de productos son grandes empresas farmacéuticas; entonces ahí sí se patentó; es la primera patente que tiene el ICP y actualmente se está negociando su licenciamiento con laboratorios de Europa y Estados Unidos para obtener regalías.

Vanessa Zamora: ¿Qué aspectos cambiaría Usted en el sistema educativo en la parte de enseñanza de las ciencias?

—Creo que es un problema sistémico muy serio, no solo para la ciencia sino en general para la educación.  Porque la educación y especialmente la educación científica debería favorecer el pensamiento crítico, no la acumulación de información memorística, porque la ciencia es eso, observar la realidad, ver qué explicaciones se han dado a los fenómenos.

Eso exige una dinámica de enseñanza diferente, más con investigaciones en donde se indague y se exponga.  Se hace algo aburrido de algo como la enseñanza e la ciencia que puede ser tan bonita.

Esto tiene consecuencias macro sociales tremendas porque nosotros tenemos una población muy poco crítica; por esta razón llegan los políticos a decir lo que se les ocurra y mucha gente lee y cree simplemente lo que se dice, sin cuestionar si es válido. 

Eso no se ve en los países escandinavos, por ejemplo, en donde a los niños y a las niñas se les enseña a debatir posiciones y a pensar críticamente desde la escuela.

Alberto Zúñiga: Si fuera elegido por voluntad popular como presidente de Costa Rica, ¿cuál sería la principal promesa que haría en su gobierno; es la misma que le exige a cualquier nuevo gobernante?

En primer lugar, no creo que tenga esa oportunidad (ríe); creo que aquí hay dos retos importantes de nosotros como país y del mundo: la reducción de la inequidad e impedir la catástrofe ambiental; esas son las dos tareas principales. Lo que le duele a uno es que muchos gobiernos en nuestra región ven esos temas como muy terciarios, no les dan la relevancia que tienen. Yo no sé cómo se puede estar satisfecho cuando aumenta la inequidad de la manera como ha aumentado en nuestros países.  Esas cifras no dan satisfacción. Se habla del índice de exportación, de la atracción de empresas trasnacionales, etc.; pero si eso no se traduce en una disminución de la inequidad yo no veo dónde está la ventaja.

El otro gran tema es el ambiental; vamos de cabeza en cuanto al ambiente con este modelo de desarrollo económico y social, ya se está viendo evidencias de una catástrofe a la que pocos parecen ponerle la debida atención.  Debemos revertir ese proceso, buscar la racionalidad ambiental. Yo no veo temas más importantes que esos.

 

 

José María Gutiérrez: hacer ciencia con carácter social

·           Presentación a cargo del MA. William Mora, Coordinador de la Unidad de Gestión de la Información del Conicit.

Hoy abrimos las puertas de nuestra casa a uno de los investigadores más prolijo de Costa Rica. Así lo establecen los índices de medición de productividad científica del mundo. De acuerdo al ranking de "Google Escolar," una plataforma pública de citación de publicaciones científicas, el Dr. José María Gutiérrez ocupa el primer lugar de los investigadores nacionales con un Índice H de 66, con más de 15813 referencias.

Tiene a su haber más de 400 publicaciones referencias en bases de datos internacionales como "Scopus." De acuerdo con la nueva plataforma que pronto lanzará el Conicit sobre perfiles de investigadores, el Dr. Gutiérrez presenta la red colaborativa de investigación más amplia del país, reflejada en los casi 700 coautores científicos de Costa Rica y el mundo.

Nuestro invitado de hoy ha sido ganador de múltiples premios, entre ellos el Premio TWAS/ Conicit de 1990; el Premio Nacional de Ciencia "Clodomiro Picado T." 1980; y a escala internacional el premio Sven Brohult, de la Fundación Internacional de Ciencia (IFS) de Suecia en 1997. En 1998 el Dr. Gutiérrez es galardonado por el Premio Nacional "Ancora" en Ciencias, que otorga el diario La Nación.

Desde 1977, en el Instituto Clodomiro Picado T, de la Universidad de Costa Rica, este investigador se ha dedicado al estudio de las toxinas contenidas en el veneno de 148 especies de serpientes nacionales; a su trabajo se debe que el país sea en este momento un líder mundial en la producción de sueros antiofídicos de calidad, y exporte este tipo de productos a Centroamérica, Ecuador y Nigeria, entre otros países.

Se estima que en Costa Rica se presentan cerca de 600 mordeduras al año, de las cuales el 60% corresponde a serpientes terciopelo. En el mundo los afectados sobrepasan los dos millones, según datos que el Dr. Gutiérrez ha dado a la prensa.