Nº 05, mayo, 2017
Ciencia local bajo la lupa de "Chema" Gutiérrez
· La
retórica no corresponde a la realidad de nuestro sistema científico
· Instituto
Clodomiro Picado T: balance entre investigación básica y utilitaria
William Mora M.
wmora@Conicit.go.cr.
Este hombre de fuero juvenil, amante de la
novelística de Yolanda Oreamuno; sorprendido de la
ficción de la película "2001 odisea en el espacio", descolgó su bulto de
universitario y su paraguas en el escritorio de mi oficina. Instantes antes se
había bajado del autobús de Coronado con la sencillez de un ciudadano común;
ninguno de los viajeros de paso podría imaginar su trayectoria académica y de
investigación de altos quilates.
"Chema," como se le conoce en el mundo de los
congéneres investigadores, aceptó la invitación para ser el primer participante
en el conversatorio "CAFÉ con IDEAS" que recién inaugura el Conicit, con motivo
de su XLV Aniversario de su creación.
Durante dos horas, el modelo de ciencia y
tecnología que persigue Costa Rica estuvo bajo su lupa incisiva del Dr. José
María Gutiérrez Gutiérrez; lo considera titilante
como una luciérnaga; desenfocado en su visión de largo plazo; endeble y frágil,
víctima de una retórica política que a lo largo de 30 años no le dado la
prioridad que merece.
—Como experiencia personal debo decir que en
algún momento uno se cansa; tiene la sensación de tiempo perdido, de estar
asistiendo a reuniones para planes nacionales de desarrollo en ciencia y tecnología,
tratando de transmitir las ideas y esas ideas generalmente no se concretan;
entonces uno se cuestiona hasta dónde tiene sentido invertir tiempo en esto.
De inmediato, reacciona y sale a flote de su
propia reflexión sobre el porqué involucrarse en la discusión abierta del tema;
este es otro encuentro para hablar de lo mismo.
—Claro, ese pensamiento está equivocado porque
siempre tiene sentido tratar de incidir sobre los sectores políticos; en esa
falta de visión política sobre el problema de la ciencia todos tenemos
responsabilidad.
Modelo del mundo desarrollado
Los pensamientos de este investigador se anclan
en una visión sistémica en donde las ciencias básicas, las ciencias aplicadas y
la innovación fluyen en una dinámica natural, casi mecánica, que justamente
explica el éxito de los países desarrollados como Alemania y Suecia.
Junto a factores del entorno nacional e
internacional el modelo se sustenta en tres esferas principales: la
generación de ideas del ámbito de las ciencias básicas, especialmente
sostenido por la universidad pública; la llamada "investigación traslacional" o investigación aplicada, que surge en el
gobierno y en alianzas público-privadas; y una amplia gama de productos y
servicios, con fines productivos y sociales, que se ligan a la capacidad de
emprendimiento.
Para el científico estas esferas tienen vasos
comunicantes para generar una dinámica de creación en donde participan
laboratorios de escalamiento, generalmente de naturaleza transnacional, que
impactan el desarrollo económico y social.
Este esquema opera solo si existen políticas
nacionales, un marco regulatorio, instituciones que lo sustenten, así como
las fuentes de financiamiento requeridas.
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Modelo presentado por el Dr. Gutiérrez, adaptado de
Conway y Waage.
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—La cultura proclive a la ciencia surge de un entorno
político, cultural e ideológico que favorezca el desarrollo armónico y vigoroso
de esas actividades, añade.
¿Qué pasa con este sistema en nuestra realidad?
Para "Chema" en Costa Rica la ciencia y la
tecnología tienen desarrollos desiguales en sus componentes, evidencia de la
desconexión entre ellos; y consecuencia de las deficiencias a nivel de
políticas macro en el sector público.
—Pese a los esfuerzos que se hacen en las
universidades y en el Conicit y otros entes que soportan la investigación, existe
una comunidad científica poco redundante, una masa crítica muy limitada.
Tenemos áreas de investigación con ciertas fortalezas, y fragilidad a la vez;
si un investigador se muere, se pensiona o se pelea... casi desaparecen.
Si se observa el ámbito de las ciencias
aplicadas la situación es similar; no hay conexión con el sector social o
productivo, el sistema aparece cortado, trabado. Según el investigador esto
queda patente por la ausente actitud de riesgo para invertir más en innovación
e investigación por parte del sector privado.
—Tenemos políticas confusas; cuando uno lee los
planes de gobierno de los partidos políticos, el componte de ciencia y
tecnología es muy secundario o inexistente; esto se refleja en el bajo
porcentaje del Producto Interno Bruto que se invierte en estos campos.
Huracán ideológico de los 80
Dr. Clodomiro Picado Twight. (derecha)
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Para
José María Gutiérrez los sectores que han dominado la agenda política del país,
en los últimos 30 años, realmente no han pasado de la retórica; no se concibe
a la ciencia y la tecnología como elementos esenciales del desarrollo
nacional.
—Hay
una percepción implícita que creo que es clara: el conocimiento científico se
puede importar y aquí lo que tenemos que hacer sencillamente es aplicar ese
conocimiento en la solución de ciertos problemas.
Nuestro invitado se enfila en su análisis a
un escenario más global; desde su perspectiva predominan en el país los
resabios una visión neoliberal, inspirada en el llamado "Consenso de
Washington" surgido en la década de los años 80 cuando conquistó el mundo la
política del binomio "Reagan-Thatcher".
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Ese fue un "huracán ideológico" que impuso la desregulación
de las actividades económicas y la consecuente reducción del aparato del
Estado; el fomento de los valores individualistas frente a los colectivos o del
bien común; y la visión reduccionista, de carácter economicista, que privilegia
solo aquellas actividades de impacto directo en la economía y la productividad.
Para este investigador la ciencia y la
tecnología, como actividades humanas, deben ir más allá de producir dinero; las
ciencias básicas son poderosas herramientas para conocer la realidad natural y
social; son insumos de la cultura.
En un plano redimido del papel de la ciencia se
debería abandonar la visión exclusivista de denominar como ciencia solo
aquellos productos del conocimiento de las ciencias naturales; las ciencias
sociales y el humanismo forman parte de un modelo integral.
—Si hay algo en la realidad que debemos con
urgencia comprender son los cambios sociales y sus consecuencias en el sistema
educativo; la violencia; el narcotráfico; la crisis de la salud pública; el
drama de las migraciones, etc.
Esta parcialidad de la actividad científica
local se traduce en hechos como que las políticas científicas solo privilegien
a las ciencias básicas o las ingenierías; y en que en la Academia Nacional de
Ciencias no se hayan incorporado representantes de las ciencias sociales.
—Damos batazos por aquí y por allá para ver
cómo resolvemos los problemas que en su complejidad demandan el análisis
multidimensional de las ciencias sociales. Uno escucha a los personajes del
mundo dela política criticando el por qué las universidades invierten dinero en
edificios para alojar a las ciencias sociales; esto es muy grave, las ciencias
sociales son componentes esenciales para explicar la realidad nacional y
generar políticas públicas.
Atalayas de la ciencia
En su defensa de una visión integral de la
ciencia y la tecnología José María apuntala sus argumentos en la historia de
dos atalayas del desarrollo científico local: el Dr. Clodomiro Picado Twight, y el Dr. Róger Bolaños
Herrera.
El primero es el científico emblemático de
Costa Rica, que se formó en Francia y hacia mediados del siglo pasado, el
propulsor del laboratorio clínico del Hospital Nacional de San Juan de Dios
(HSJD).
El doctor Picado fue el pionero en los
estudios de diagnóstico de laboratorio y quien montó la estructura de este
tipo de servicios, un modelo que perdura hasta nuestros días.
—Era una labor titánica y la hizo muy bien;
hoy todos los laboratorios de diagnóstico de los hospitales funcionan con la
filosofía que introdujo Picado. Pero además convirtió ese laboratorio en un
centro de investigación de medicina tropical.
En medio de resolver los problemas acuciantes
de tipo práctico, como atender los casos de mordeduras de serpientes,
"Clorito" pudo dedicar tiempo al estudio de las enfermedades de las plantas y
hasta formular estudios académicamente ambiciosos como sus hipótesis sobre la
teoría inmunológica del envejecimiento.
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Hospital San Juan de Dios.
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—En ese tiempo proponer que conforme se
envejece se producen anticuerpos contra las propias hormonas y tejidos, era un
sacrilegio porque se creía como dogma que no se producían anticuerpos contra uno
mismo; hoy sí lo sabemos por las enfermedades auto inmunes descritas.
El Dr. Róger Bolaños,
su mentor por excelencia, fue profesor de la Facultad de Microbiología, y a
quien se le dio la tarea de desarrollar el Instituto Clodomiro Picado T (ICP),
adscrito a la Universidad de Costa Rica (UCR.
—La figura del Dr. Bolaños siempre le ha
impactado muchísimo porque es una persona poco conocida injustamente, con una
visión de largo plazo impresionante. Creó el instituto para producir con éxito
los sueros antiofídicos que el país necesitaba y tuvo siempre claro la
importancia de efectuar un desarrollo equilibrado entre esa función y la
realizar investigación básica sobre serpientes, venenos y envenenamiento; así
como la acción social y la docencia universitaria de grado y posgrado.
El padre del Dr. Bolaños había sido asistente
de laboratorio del Dr. Picado en el HSJD; así es que de alguna manera el ICP es
una continuidad de los empeños de "Clorito".
Dr. Róger Bolaños Herrera, fundador del ICP.
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—Cuando entré al Instituto siendo estudiante
de microbiología, el ICP ya tenía su nombre; le hablé a don Róger y me dijo: —Bueno empiece a trabajar. Curiosamente
me asignó el proyecto de investigación para hacer la tesis sobre los
cromosomas de las serpientes de Costa Rica. De hecho en mi primer trabajo, al
que le tengo un gran cariño, "Cariotipos de las principales serpientes de
coral", publicado en 1979 en la Revista Biología Tropical, aparece como coautor
el Dr. Bolaños.
Recuerda cómo en otra ocasión un funcionario
del Instituto le hacía ver al Dr. Bolaños la urgencia de que "Chema" apoyara
la producción de sueros antiofídicos cuando le dijo: —Ese muchacho es buena
gente y trabaja bien pero no le interesa la producción. A lo que don Róger respondió: —Déjelo, él está haciendo proyectos de
investigación, lo está haciendo bien; déjelo trabajar...
Aquellas palabras siempre las recordará; le
parecieron una gran lección porque a pesar de las presiones del momento por
la demanda de sueros antiofídicos, había claridad para que se hiciera
investigación básica.
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Instituto Clodomiro Picado T.
Balance entre
rentabilidad económica, académica y social
·
Conicit es una institución maniatada
·
Falso valor: el culto a la tecnología
·
Retos
del país y el planeta: reducción de la inequidad e impedir catástrofe ambiental
William Mora M.
wmora@conicit.go.cr
Con el primer sorbo de café comenzaron a saltar
las preguntas de la audiencia; el menú fue amplio, se cuestionó el papel de la
ciencia en el desarrollo; la propiedad intelectual; el culto a la tecnología en
las nuevas generaciones; la enseñanza de la ciencia en el país y, desde luego,
el aporte del Instituto Clodomiro Picado Twight.
Se ofrece a continuación un resumen de una
selección de las preguntas formuladas por el personal del Conicit en el
conversatorio "CAFÉ con IDEAS", actividad realizada el viernes 5 de mayo en la
sede en Coronado.
Jorge
Muñoz: ¿Por qué cuesta tanto reconocer la visión de la ciencia de una manera
integral?
—Una respuesta rápida. Hay dos elementos
importantes: uno es una visión simplista de que tenemos pocos recursos en
ciencia y, por lo tanto, esos recursos debemos dedicarlos a lo que tiene un
impacto más inmediato; es una sensación de priorización con base en la
escasez. El otro elemento es que yo creo que hay una visión de carácter
ideológico en donde el desarrollo nacional se concibe en términos de
desarrollo económico; se piensa que hay que apostarle a la investigación que
fomente el desarrollo económico, y no a las otras cosas.
El economista de la India Amartya
Sen (premio Nobel de economía 1998) plantea una
visión completamente alternativa; por ejemplo, él dice que la pobreza no es
tener poco dinero, la pobreza es no poder desarrollar las capacidades humanas
básicas en todos los aspectos de la vida; entonces él la concibe la vida
humana como algo mucho más amplio que tener dinero.
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Dr. José María Gutiérrez
G., investigador del ICP.
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Entonces, si la visión del desarrollo nacional
es estrictamente una visión economicista lógicamente todo va a ser visto con esa
óptica, en cuenta el desarrollo científico. Desde este punto de vista lo que
tiene sentido son las actividades de investigación que permitan mejorar los
índices económicos, nada más.
Alejandra
Araya: Agradecerle que haya sacado un ratito para venir a compartir aquí. Es un
honor tenerlo con nosotros. ¿Cómo nos ve Usted al Conicit y su relación con el Micitt? ¿Qué podríamos hacer para cambiar las cosas?
—Bueno mi apreciación es que el país ha logrado
crear un sistema de ciencia y tecnología, hay estructuras y hay instituciones
de un sistema, el Conicit es una de ellas; pero si no hay una voluntad política
clara de fomentar un desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país, con
esa filosofía integral que plantee, una Institución como el Conicit está con
los pies amarrados porque claramente depende de una voluntad política para su
financiamiento. Además, me parece que está supeditado a las líneas de
priorización que establezca el ente rector que es el Micitt.
Ceo que una entidad como el Conicit tiene que
existir en un país como el nuestro pero su funcionamiento está muy determinado
por fenómenos políticos que trascienden al mismo Conicit.
Yo he percibido a lo largo de los años que
algunas de las políticas del Conicit han ido a fomentar la investigación muy
aplicada al medio productivo; mi sugerencia es que el Conicit considerara una
visión más integral de la ciencia y la tecnología.
Muy al principio el Conicit apoyaba las
ciencias básicas; mi proyecto de los cariotipos de las serpientes
costarricenses fue apoyado por el Conicit. En los años 80 se dio un viraje
hacia las ciencias aplicadas.
Un investigador me preguntaba en una encuesta
por qué en Costa Rica no había surgido alguna idea nueva realmente
revolucionaria que tuviera un impacto en el ámbito productivo, algo similar al
desarrollo de los hidratantes tipo "Gatorade" de la
Universidad de Florida, en Gainesville. A partir de la investigación en
nutrición y fisiología del ejercicio lograron patentes que les representan un
ingreso por regalías gigantesco. Mi respuesta fue: si no tenemos centros de
investigación básica consolidados y con fuerte apoyo, pretender generar ideas
revolucionarias que impacten en el ámbito productivo es pedir peras al olmo.
Luisa
Díaz: Además de las agendas individuales prevalece en muchos científicos
jóvenes un gran apego al equipamiento; se preocupan más porque su investigación
esté asociada al uso de equipos sofisticados que a lo que realmente aportan de
su intelectualidad.
—Quisiera retomar esto de la individualidad.
Lo discuto mucho con los compañeros del ICP; les digo vean nosotros manejamos
dos agendas: manejamos nuestro interés individual y el ICP maneja una agenda
colectiva, y tiene que existir un equilibrio entre esas dos agendas.
Contrario a las posiciones neoliberales, las
agendas colectivas no se pueden construir sobre la base de sumas de agendas
individuales. No se construye un proceso colectivo como el del ICP sumando las
agendas individuales.
No se trata de negar las agendas individuales que
todos tenemos, se trata de incorporar las agendas individuales en agendas más
colectivas; ese es el gran reto de los grupos de investigación.
Funcionarios del Conicit
formularon sus preguntas al Dr. Gutiérrez.
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Yo percibo en los estudiantes mucho interés y
mucha dedicación, pero me gustaría ver más esa ambición inscrita en un
contexto más colectivo.
Hoy en la ciencia hay muchos falsos valores.
Uno de esos es el culto a la tecnología, porque las ciencias naturales en la
actualidad funcionan mucho con eso que llaman "tecno-ciencias"; entonces se
cree que si no tenés equipos muy sofisticados no se
pueden responder ciertas preguntas.
La ciencia desde Galileo es ver un fenómeno,
estudiarlo, generar una hipótesis que luego es validada o no a nivel
experimental u observacional. El riesgo es considerar al equipamiento primero
y luego las preguntas. Los equipos permiten generar una gran cantidad de
información, pero si detrás de esa información no va una idea o una pregunta
no hay comprensión y, por tanto, no hay ciencia.
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Silvia
Arias: ¿Me gustaría saber si en algún momento en ICP se vio tentado a dejar de
hacer sueros antiofídicos (que asisten a los campesinos de los países pobres) para
producir algo más rentable con el conocimiento que ustedes tienen?
—En realidad no, aunque ese peligro siempre
está latente. En el ICP ha privado una
filosofía muy definida desde que estaba don Róger
Bolaños; teníamos una función social y nuestra misión es salvar vidas de
personas atacadas por serpientes, que generalmente es gente pobre en países
pobres; por lo tanto, no se puede especular con esto.
Es por esta razón que la empresa privada
farmacéutica no se dedica a producción de sueros antiofídicos. Ahora, cuando
este proceso de neoliberalismo entró como un huracán arrasador en los años 80 y
estos valores de solidaridad y de bien común entraron en un retroceso muy
grande nosotros, sí tuvimos presiones externas, no de adentro en la
universidad, sino de sectores políticos externos, para que optáramos por
producir otros productos más rentables y para que la producción de sueros
pasara al sector privado.
Tengo la esperanza de los valores que han
constituido el instituto se mantengan; eso no quiere decir que nosotros no
tratamos de ser eficientes desde el punto de vista de rentabilidad económica, y
de hecho mucho de los ingresos por los que opera el Instituto son ingresos por
venta de sueros antiofídicos.
Nosotros estamos vendiendo un suero en África a
US$ 22 el frasco; mientras, la empresa Sanofi Pasteur los ofrecía a US$ 120 el
frasco; claro, esa empresa dejó de hacer suero para África por una lógica de
rentabilidad.
Nosotros hemos introducido un concepto
filosófico de operar sobre la base de tres rentabilidades: la rentabilidad económica, porque necesitamos
dinero para operar; rentabilidad académica y rentabilidad social. El problema
es que en ciertos sectores únicamente se ve la rentabilidad económica; si uno
abre el abanico se debería ver cuántas publicaciones se generan con esa
investigación, o cuántas vidas salva con esa investigación. Entonces, el
concepto de rentabilidad deja de ser un concepto estrictamente económico y pasa
a ser un concepto social y un concepto académico también.
Arturo
Vicente: Usted resaltó que la propiedad intelectual es una parte importante del
ecosistema de innovación; recuerdo que desde 1982 se hablaba de que había que
crear una ley de propiedad intelectual, porque era fundamental para el
desarrollo científico, y uno ve que 30 años después los registros de patentes
son contados con los dedos de la mano.
¿Por qué hay un bajo registro de patentes?
—Ese tema se las trae, porque en realidad la
propiedad intelectual no es un fin en sí mismo; la propiedad intelectual
aparece como una forma de proteger al inventor para favorecer más
invención. Lo que pasa es que el
concepto de propiedad intelectual en el capitalismo moderno termina siendo
muchas veces un elemento que va más bien contra eso.
El caso de la industria farmacéutica es muy
claro, muchas de las patentes que genera la industria farmacéutica son patentes
que simplemente cambian una pequeña estructura en una molécula para extender el
monopolio; en el mundo de la empresa farmacéutica la innovación sustantiva en
realidad es bastante limitada porque se ha empleado el paraguas de la propiedad
intelectual más bien para proteger espacios de control de mercados y se ha
desnaturalizado el sentido original que tenía. Algo semejante ocurre en otros
ámbitos productivos.
Ahora, claramente hay un espacio para la
propiedad intelectual, la pregunta es ¿cuál es ese espacio, y para qué sirve la
propiedad intelectual? Mi criterio es
que debe servir para mejorar la ciencia y sobre todo para mejorar la calidad de
vida de la gente. Sobre esto debemos debatir mucho más.
¿Por qué en Costa Rica se generan tan pocas
patentes? Yo diría que se debe a que en el país se generan muy pocas ideas
realmente novedosas; no creo que el problema en Costa Rica sea tanto que la
gente no quiera patentar por falta una cultura de patentamiento;
ese problema existe, pero yo creo que nosotros tenemos serias limitaciones para
generar nuevas ideas que puedan ser patentadas. Esto de que no patentemos
denuncia la debilidad de nuestro sistema de ciencia básica.
Es un error caer en la obsesión por la patente,
porque si se patenta un procedimiento o un descubrimiento, sin que eso llegue
al mercado, solo se generan costos innecesarios; patentar por patentar tampoco
termina siendo una solución.
Volviendo a la historia del ICP, nosotros hemos
tenido dos desarrollos tecnológicos como son el método de producción de suero
antiofídico y un método nuevo de producción de derivados de sangre humana para
producir albúmina y gammaglobulina y factores de la coagulación.
La tecnología de suero antiofídico se decidió
no patentarla porque era una tecnología sobre todo utilizada por laboratorios
públicos en países pobres; entonces tener una patente simplemente significaba
ocultar ese conocimiento. ¿Quiénes irían a pagar el licenciamiento de ese conocimiento?
¿Un laboratorio de Paquistán, Bangladesh o de Bolivia? Entonces decidimos
publicar el trabajo, ese conocimiento es público y ha beneficiado a muchos
países.
Nos han dicho: "¡Ustedes dejaron ir oportunidad
de generar mucho dinero! ...." Más bien usando la óptica de la rentabilidad
social nosotros decimos: "—No, gracias." Con esa tecnología en muchos lugares
se están salvando vidas. Yo pienso que
fue una decisión correcta porque el impacto social de haber tomado esa decisión
está ahí.
En cambio, cuando desarrollamos la tecnología
para producir derivados de la sangre humana reconocimos que quienes producen
este tipo de productos son grandes empresas farmacéuticas; entonces ahí sí se
patentó; es la primera patente que tiene el ICP y actualmente se está
negociando su licenciamiento con laboratorios de Europa y Estados Unidos para
obtener regalías.
Vanessa
Zamora: ¿Qué aspectos cambiaría Usted en el sistema educativo en la parte de
enseñanza de las ciencias?
—Creo que es un problema sistémico muy serio,
no solo para la ciencia sino en general para la educación. Porque la educación y especialmente la
educación científica debería favorecer el pensamiento crítico, no la
acumulación de información memorística, porque la ciencia es eso, observar la
realidad, ver qué explicaciones se han dado a los fenómenos.
Eso exige una dinámica de enseñanza diferente,
más con investigaciones en donde se indague y se exponga. Se hace algo aburrido de algo como la
enseñanza e la ciencia que puede ser tan bonita.
Esto tiene consecuencias macro sociales
tremendas porque nosotros tenemos una población muy poco crítica; por esta
razón llegan los políticos a decir lo que se les ocurra y mucha gente lee y
cree simplemente lo que se dice, sin cuestionar si es válido.
Eso no se ve en los países escandinavos, por
ejemplo, en donde a los niños y a las niñas se les enseña a debatir posiciones
y a pensar críticamente desde la escuela.
Alberto
Zúñiga: Si fuera elegido por voluntad popular como presidente de Costa Rica,
¿cuál sería la principal promesa que haría en su gobierno; es la misma que le
exige a cualquier nuevo gobernante?
En primer lugar, no creo que tenga esa
oportunidad (ríe); creo que aquí hay dos retos importantes de nosotros como
país y del mundo: la reducción de la inequidad e impedir la catástrofe
ambiental; esas son las dos tareas principales. Lo que le duele a uno es que
muchos gobiernos en nuestra región ven esos temas como muy terciarios, no les
dan la relevancia que tienen. Yo no sé cómo se puede estar satisfecho cuando
aumenta la inequidad de la manera como ha aumentado en nuestros países. Esas cifras no dan satisfacción. Se habla del
índice de exportación, de la atracción de empresas trasnacionales, etc.; pero
si eso no se traduce en una disminución de la inequidad yo no veo dónde está la
ventaja.
El otro gran tema es el ambiental; vamos de
cabeza en cuanto al ambiente con este modelo de desarrollo económico y social,
ya se está viendo evidencias de una catástrofe a la que pocos parecen ponerle
la debida atención. Debemos revertir ese
proceso, buscar la racionalidad ambiental. Yo no veo temas más importantes que
esos.
José María
Gutiérrez: hacer ciencia con carácter social
·
Presentación a cargo del MA. William Mora, Coordinador de la Unidad de Gestión
de la Información del Conicit.
Hoy abrimos las puertas de nuestra casa a uno
de los investigadores más prolijo de Costa Rica. Así lo establecen los índices
de medición de productividad científica del mundo. De acuerdo al ranking de
"Google Escolar," una plataforma pública de citación de publicaciones
científicas, el Dr. José María Gutiérrez ocupa el primer lugar de los
investigadores nacionales con un Índice H de 66, con más de 15813 referencias.
Tiene a su haber más de 400 publicaciones
referencias en bases de datos internacionales como "Scopus."
De acuerdo con la nueva plataforma que pronto lanzará el Conicit sobre perfiles
de investigadores, el Dr. Gutiérrez presenta la red colaborativa de
investigación más amplia del país, reflejada en los casi 700 coautores
científicos de Costa Rica y el mundo.
Nuestro invitado de hoy ha sido ganador de
múltiples premios, entre ellos el Premio TWAS/ Conicit de 1990; el Premio
Nacional de Ciencia "Clodomiro Picado T." 1980; y a escala internacional el
premio Sven Brohult, de la
Fundación Internacional de Ciencia (IFS) de Suecia en 1997. En 1998 el Dr.
Gutiérrez es galardonado por el Premio Nacional "Ancora" en Ciencias, que
otorga el diario La Nación.
Desde 1977, en el Instituto Clodomiro Picado T,
de la Universidad de Costa Rica, este investigador se ha dedicado al estudio de
las toxinas contenidas en el veneno de 148 especies de serpientes nacionales; a
su trabajo se debe que el país sea en este momento un líder mundial en la
producción de sueros antiofídicos de calidad, y exporte este tipo de productos
a Centroamérica, Ecuador y Nigeria, entre otros países.
Se estima que en Costa Rica se presentan cerca
de 600 mordeduras al año, de las cuales el 60% corresponde a serpientes terciopelo.
En el mundo los afectados sobrepasan los dos millones, según datos que el Dr.
Gutiérrez ha dado a la prensa.
Créditos:
Dirección y edición:
MA. William Mora M.
Montaje digital:
Rocío Vargas M.
Fotos e ilustraciones: Dr.
José María Gutiérrez, CONICIT
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CONICIT
Unidad de Gestión de la Información
Teléfono (506) 2216-1500
Fax: (506) 2216-1565
Apdo.: 599-2200
Sede: Contiguo al Centro Integrado
de Salud CCSS,
Vásquez de Coronado.
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