Nº 02, febrero, 2017

Costa Rica incursiona en la industria aeroespacial

"Fiebres" por la ciencia

·         En el 2018 ingenieros ticos lanzarán primer satélite centroamericano hecho por ticos

De: William Mora M., Conicit
wmora@conicit.go.cr

Curiosidad como destino

El encuentro se realizó en el Laboratorio de Sistemas Electrónicos para la Sostenibilidad de la Escuela de Electrónica del TEC, en donde desalojamos por unos minutos a un grupo de muchachos entusiastas inmersos entre papeles, computadoras, circuitos y paneles solares. Este espacio pequeño es el refugio temporal de estos ingenieros emprendedores, a quienes el destino les ha traído de vuelta al país.

Adolfo está convencido que volver al país y al TEC es como emprender la caminata a una montaña inexplorada.

Cuando no hay camino hay que agarrar el machete y hacer trillo y subir; a veces es posible que lleguemos a un sitio sin salida y debemos cambiar de rumbo, pero la satisfacción es llegar de primeros a la cumbre; ese tipo de cosas las he buscado en mi vida.

Adolfo se graduó del Colegio Científico de San Ramón y cuando llegó al TEC se encontró con compañeros de otros colegios similares; "la verdad fue como reunir a todos los fiebres por la ciencia; aquí se nos dieron buenas condiciones para aprender."

Adolfo y Marco se encontraron en DUT cuando realizaban sus estudios doctorales y de maestría en ingeniería espacial; desde entonces han hecho yunta para perseguir el sueño de convertir a Costa Rica en una nación espacial.

Esto es una muestra de que se está empezando a competir con países con industria basada en el conocimiento como Singapur e Irlanda. Según ellos, la ingeniería aeroespacial podría darle mayor competitividad a nuestra economía en vista del alto valor agregado que se genera en este tipo de industrias.

En el 2009, Marco tuvo la oportunidad de hacer una pasantía por tres meses en Ad Astra Rocket, la compañía establecida por Franklin Chang para investigar y construir el motor de plasma que promete propulsar satélites en viajes interplanetarios.

Cuando estuve con Franklin descubrí que esto era lo que me apasionaba; comparto con él la visión de convertir a Costa Rica en una nación con un nicho en la carrera espacial.

Curiosidad vs. necesidad

Para Adolfo y Marco el país ya cuenta con una capacidad instalada para catapultar la industria aeroespacial; por esto surgió el llamado Costa Rica Aerospace Cluster que ha encadenado a cerca de 25 empresas cuyas actividades generan anualmente $150 millones a la economía local.

El estímulo a la industria aeroespacial ha llevado a la creación de la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE), organización encargada de la infraestructura y recaudación de fondos para el primer satélite de la región.

Como investigadores reclaman mayores incentivos para estimular este tipo de emprendimientos, que combinan el deseo por realizar estudios científicos y a la vez adaptar o construir nuevas herramientas de alta complejidad ingenieril.

Queremos ser parte de la gente que convierta a este país en un generador de tecnología espacial; el TEC es el terreno fértil para sembrar las semillas de este tipo de desarrollo, afirma Adolfo.

Por esta senda, en los próximos 15 años, Costa Rica podría tener capacidad para fabricar tecnología para atender necesidades locales o regionales en diversos campos.

Proyecto Irazú

La iniciativa pretende lanzar en el 2018 un pequeño satélite (un cubo de diez centímetros de lado con un peso de 1 kilogramo) para monitorear el crecimiento de los árboles en una plantación de melina ubicada en Los Chiles de Alajuela.

Con el patrocinio de destacados figuradas de la ciencia como el Dr. Franklin Chang, la máster Sandra Cauffman, Subdirectora del Programa GEOS-R del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA y el Dr. Andrés Mora, ingeniero de sistemas en el Centro de Investigación Ames de la NASA, en el 2016 se llevó cabo una campaña para reunir parte de los fondos del proyecto.

En un mes lograron donaciones por un monto superior a los 80 mil dólares; el dinero se suma al apoyo del TEC a la investigación como sede del proyecto.  Cerca de 900 patrocinadores, entre los que figuran empresas e instituciones, avalan la iniciativa.

Fue realmente sorprendente que tantas personas estuvieran viendo a Costa Rica como una nación espacial; la gente valoró de inmediato el beneficio de la tecnología, comenta Marco.

La cuestión espacial inspira a la gente; por esto, como lo señala Adolfo, no se pueden crear falsas expectativas.

En el TEC nos preocupamos por estos detalles porque sabemos que con este tipo de proyectos podemos incentivar las vocaciones científicas.

El satélite llevará la bandera de Costa Rica y se considera como un esfuerzo del pueblo y a las personas donantes las vemos como socios.

En la actualidad Marco y Adolfo trabajan en la etapa de construcción del satélite; un panel evaluador ya aprobó el diseño final del aparato y en el segundo semestre del 2017 esperan realizar las pruebas finales en el Instituto Tecnológico de Kyushu (Kyutech), de Japón, bajo la responsabilidad de otros estudiantes ticos que realizan estudios de posgrados.

En el 2018 el satélite será lanzado desde el Laboratorio Kibo, el módulo Japonés de la Estación Espacial Internacional, gracias al convenio entre ACAE y el Kyutech.

Por el tipo de órbita en la que se ubicará el aparato tendrá una vida útil de seis meses; poco a poco perderá altura hasta precipitarse a nuestra atmósfera.

El proyecto se identifica con el objetivo de lograr convertir a Costa Rica en un país carbono neutral en el 2021.

Según Marco el proyecto tiene un carácter demostrativo y permitirá medir las capacidades nacionales en esta área, se probarán sistemas remotos automatizados, y el componente espacial añadirá complejidad al esfuerzo.

Uno pensaría a futuro en una plataforma de monitoreo ambiental en los países tropicales y la ingeniería espacial ofrece estas soluciones, dice Marco.

Para Adolfo la capacidad instalada en el TEC posibilitará a futuro dar soporte a las demandas del clúster espacial de Costa Rica. Debido a la especialización del recurso humano será posible lograr concretar proyectos de alto nivel en el campo de la navegación satelital con socios internacionales.

El Proyecto Irazú ha puesto a prueba la sinergia de varios actores del ambiente universitario y empresarial; si bien aún persisten limitaciones para realizar investigación y desarrollo en el país, tanto Marco como Adolfo confían en estar inmunizados contra el virus de la frustración que ha desanimado a otros científicos en el pasado.

Para ellos, no basta con disponer de fondos, en el país se debe vencer la cultura de los "cacicazgos" y las barreras administrativas que hacen más difícil la investigación y el emprendimiento.

 

 

Mentes brillantes

·         Uno del Colegio Científico de San Ramón de Alajuela; el otro de Colegio Lincoln de San José

De: William Mora M., Conicit
wmora@conicit.go.cr

Si no hubiera estudiado ingeniería muy posiblemente tendríamos hoy a un matemático puro; sin embargo, siempre le ha gustado construir cosas con sus manos.  Confiesa que el Dr. Franklin Chang fue quien lo metió en la ingeniería espacial.

Ambos tienen novia y se distraen en su tiempo libre de manera diferente. Mientras Adolfo práctica el atletismo, Marco prefiere los paseos a los parques nacionales