Nº 8, agosto, 2020

Ética, moralidad en la pandemia

Entre la incertidumbre y la ambigüedad humana

·         "La bolsa o la vida", dicotomía tramposa

·         Educación, clave para una nueva moralidad

William Mora M.
wmora@conicit.go.cr

Dicotomía tramposa

"Salvar la vida o salvar la bolsa", como lo analiza el Dr. Eval Araya, es sistemáticamente un enunciado tramposo; ya que parte del supuesto que la "vida" y la "bolsa" en abstracto pueden subsistir de manera excluyente, en una oposición binaria; eso en la realidad no es así.

Para su colega el Mphil. Washburn, si se tuviera que escoger qué es primero se debería privilegiar la vida; sin embargo, en el contexto económico en el que vivimos "no hay vida sin bolsa".

Ambos académicos se refieren a la pugna abierta que se ha planteado entre distintos sectores de la empresa privada y el Gobierno por la apertura de las actividades económicas deprimidas por la pandemia. Se demanda un diálogo abierto para ponerle límites "racionales" a las medidas sanitarias encabezadas por el Ministerio de Salud.

Según lo percibe el sociólogo Alberto Rojas, esta disyuntiva no existiría si viviéramos en una sociedad que planifica sus recursos y hace una adecuada gestión de los riesgos.

La crisis del Covid-19, en plano de la economía familiar y nacional ha agotado la capacidad de ahorro por su extensión en el tiempo y el impacto en la salud humana; las consecuencias en la actividad económica local e internacional son también evidentes.

En esta coyuntura -opina Rojas- el Estado debiera convertirse en un moderno "Robín Hood", para ayudar a los más vulnerables dado que será difícil que quienes posean más capital de buenas a primeras decidan, por un imperativo ético, distribuyan su riqueza.

"No se trata de hacer que los ricos se empobrezcan; se buscaría lograr una buena distribución a partir de impuestos solidarios, y que no se vea esto como un acto de caridad", agrega Rojas.

Desde una perspectiva bioética, para el Máster Alfonso Chacón el dilema entre "la bolsa o la vida" se resuelve de igual forma con la mediación del Estado y sus órganos de la seguridad social, dictando políticas asistenciales hacia la población en riesgo como una respuesta a sus necesidades.

Con los índices de informalidad y de desempleo que registra el país "la bolsa" se tornó en un factor vital para la sobrevivencia ante la calamidad. Así, desde el punto de vista jurídico, se requiere ponderar los intereses entre lo público y lo privado, aunque no sea una ecuación simple.

El escenario real de las disputas ya se ventila en los medios de comunicación, donde se cuestiona el por qué se abre o se restringe a unos y a otros no.

Sin embargo, para el Máster Chacón, en el rompecabezas de la pandemia ha faltado mayor claridad en los parámetros de la razonabilidad. En su criterio, los horarios dispuestos de la restricción vehicular impiden la movilización adecuada de los habitantes y afectan directamente la actividad económica. Las últimas disposiciones del Gobierno de ampliar el tiempo para movilizarse en vehículos parecen darles la razón a estas críticas.

La crisis contrasta con la irresponsabilidad de los que deambulan por las calles como si no estuviera pasando nada y, circunstancialmente, podrían convertirse en demandantes privilegiados de los servicios sanitarios.

Para el Dr. Manuel Triana la pandemia le retrae a lo expuesto por Tomás Moro en el libro "La Utopía"; ahí se muestra la imagen ideal de un Estado social en donde la salud tiene un valor central. En ese mundo descrito por el autor del siglo XV, se aspiraba a una organización superior tanto de los individuos como de las instituciones; sin embargo, la realidad actual dista mucho de esa fábula política y lograr un equilibrio entre las fuerzas económicas y sociales parece imposible.

Según el Dr. Triana todo apunta al concepto de "ambigüedad" que es intrínseco a la vida humana; no es fácil tomar decisiones que involucran vidas.

"En el caso de los médicos eso se materializa cuando tienen que decidir si enviar a los pacientes a una unidad de cuidados intensivos; esto podría implicar dejar a unos sin atender", puntualiza.

Y la complejidad aumenta cuando se reflexiona sobre las implicaciones morales de los actos. "La ética no es como algunos piensan, la ciencia normativa de acto humano, como algo que cae del cielo; la ética es más bien una reflexión a posteriori sobre normas y acciones, a veces asociadas a situaciones extremas, con el fin de lograr mejores normas y actuar mejor."

En consecuencia, para este filosofo es difícil resolver la disyuntiva de abrir o cerrar actividades económicas y defender la vida; más aún resulta sopesar una cifra de muertos como tolerable en medio de la pandemia.

Bajo una perspectiva estoica según la cual es necesario discernir lo que depende de nosotros y lo que no, valora el Dr. Triana, se deberían considerar a las enfermedades como algo natural y parte de la vida, igual que la muerte. Ya que ni la economía ni la ciencia nos pueden dar todavía una solución viable, "se morirán en su momento los que deban morirse."

Convivencia en la pandemia

Establecer los límites de la convivencia social en medio de la pandemia resulta una tarea compleja de resolver, porque se observa una diversidad de comportamientos individuales y colectivos que, en algunos casos, generan conflictos de variada intensidad.

Por un lado, está la población que de manera voluntaria se ha confinado y cumplido con los dictados sanitarios, y por el otro, los grupos de personas, especialmente los jóvenes, quienes en abierta rebeldía se aglomeran, organizan fiestas clandestinas, o desafían la autoridad.

También aparecen aquellas personas que "se brincan la cerca" para buscar comida. Como lo refiere el sociólogo Alberto Rojas, en el país existe un millón de personas con empleos informales. "Viven al día con lo que hacen; si tienen familia esta gente no tiene nada que perder", comenta.

En muchos casos, los conflictos en las barriadas con la policía surgen de la frustración acumulada por los individuos; el consumo de alcohol y las drogas son formas evadir la situación.

Por esta razón, en este momento vivir en Pavas, Alajuelita, Desamparados o Hatillo es una suerte de maldición extra a la pandemia por lo que muchas personas han perdido su empleo.

Según el Máster Alfonso Chacón la pandemia ha desnudado las carencias y las desigualdades, las omisiones de las políticas públicas; desde la falta de acceso a una vivienda digna hasta la marginalidad en uso de las tecnologías de la información.

"Miles de estudiantes están confinados sin posibilidad de cumplir el calendario académico; mientras, los sectores medios y acomodados han seguido con la educación por medios virtuales", señala.

Pesimismo versus responsabilidad

Las manifestaciones públicas de grupos negando la existencia de una pandemia y los brotes de desobediencia civil generan pesimismo sobre el control efectivo del Covid-19.

Para el filósofo Jimmy Washburn el espíritu solidario de parte de la ciudadanía hacia los afectados por el Covid-19 se ha disipado y en su lugar han emergido actitudes individualistas del "sálvese quien pueda".

En opinión del Dr. Eval Araya ha faltado promover un discurso centrado en las consecuencias, así como subrayar las fortalezas del ser costarricense para generar identidad y un "carácter moral superior", sustentado en los valores de la solidaridad y la tolerancia.

"Me disculpan los señores del Gobierno, pero yo siento que las conferencias de prensa son muy regañonas e incluso también manipulan emocionalmente", agrega.

Para Araya estos espacios serían ideales para mostrar científicamente los efectos de la pandemia, algo más educativo.

Como lo observa el Dr. Manuel Triana, tomar decisiones no es lo más difícil; lo es el asumir la responsabilidad de lo decidido.

Parte de la crisis social que vivimos se asienta en la incertidumbre y en lo que Triana denomina como "inseguridad existencial". Para él, esas reacciones están en el abanico de conductas normales de las personas; son esperables.

Explica que siempre como parte de la "ambigüedad" se va dar una lucha entre el pluralismo o diversidad y las ambiciones individuales; "eso de que todo tiene que ser lo que yo digo", añade.

El Dr. Eval Araya lo conceptualiza con una analogía suspicaz: "El ser humano se acuesta Neandertal y se levanta al día siguiente Sapiens".

Desde su perspectiva la evolución humana es reciente en todas sus dimensiones y por ello en el orden social no tenemos una noción antropológica integral; eso que Aristóteles denominaba como el "zoon politikon".

Según este filósofo la humanidad debe dar un salto evolutivo hacia una racionalidad resultado de procesos neuro educativos; en sus palabras: "Entender que yo no soy el final sino el principio de una cadena integral total..."

A juicio de los filósofos entrevistados conviene que las campañas preventivas contra el virus enfaticen la responsabilidad y no la culpa; del mismo modo, eludir el temor en los mensajes porque se genera inacción y mecanismos de control de quienes ejercen poder.

Liderazgo y palabra

En otra dimensión, la pandemia ha desnudado la incapacidad de quienes dirigen las instituciones.

Según el Dr. Triana ya Maquiavelo desde el siglo XV había interpretado el liderazgo como un ejercicio para mantenerse o conquistar el poder; en ese arte "los príncipes" necesitaban apoyarse en el ejército, la nobleza o en el pueblo, dependiendo de las circunstancias. ¿Hoy es diferente?

El desempeño ético-moral de los líderes no tiene una ruta fácil. Algunos atributos como el carisma suelen ser naturales en los individuos; en otros casos, el liderazgo se sujeta al contexto y a las coyunturas históricas.

"El liderazgo no es un don metafísico pre-adquirido sino más bien una construcción histórica", acentúa el Dr. Eval Araya.

En la situación actual -explica Araya- se confunde al líder con el sistema; lo que ha evidenciado más fallas en este momento es el sistema, porque se rige por una moralidad individualista y no colectivista. Y desde luego, en este entorno, quienes están en el ejercicio del poder político suelen quedar más expuestos.

"En aguas tranquilas cualquiera es buen capitán; en aguas turbulentas en cambio el capitán tiene que ser el mejor; no cualquiera, porque hay que captar con la rapidez del caso, la dirección de las corrientes, si no se hunde el barco...", agrega Araya.

Para el sociólogo Alberto Rojas, la historia alrededor de la pandemia tendría que resaltar a los sistemas de salud en lugar de a las personas. A su criterio, como en otras situaciones de riesgo, pasada la crisis conviene realizar un "análisis forense" para aprender del éxito o del fracaso y, a la vez, honrar la memoria de los muertos.

Según lo expone el Máster Alfonso Chacón, hay que apelar al principio de la "justicia distributiva", postulado que busca atender los efectos negativos o positivos en la sociedad en el marco de la crisis, así como la distribución de los efectos directos sobre las personas.  Habría que preguntarse quién o quiénes van a sufrir los embates de la pandemia con mayor o menor incidencia sobre sus vidas.

El liderazgo en tiempos de pandemia sopesaría interés público genuino y no el personal; y evitaría el deseo exacerbado de figuración.

En las redes sociales -como lo apunta el Dr. Jimmy Washburn- se ha desatado "un ruido" de voces impresionante en torno al Covid-19 y sus efectos, lo cual ha disparado sentimientos de amenaza e inseguridad.

"Mire, evito oír el mayor número posible de voces que hablan de la pandemia; me limito a consultar noticias cuando necesito saber un dato", dice.

Para Washburn para afrontar la pandemia requiere de una voz que dé seguridad; que ayude a entender cómo vivir mejor o arroje luces de lo que nos espera.

El Dr. Eval Araya concuerda con privilegiar algunas voces en medio de la algarabía. Para él, los discursos no son ingenuos o neutrales; siempre hay intereses desde alguna posición, todas las voces siempre reflejan una intencionalidad.

El Dr. Eval Araya va más allá cuando afirma que la "normalidad" no existe; lo que existe es aquello a lo que estamos acostumbrados a vivir; por ejemplo, el confort. Para el filósofo este discurso se ha creado como una "tabla de salvación".  "Lo presente es la crisis, el cambio permanente; eso es lo normal," añade.

"¿Quién querría volver a la normalidad de la mayoría? La de los ranchos.... Yo no desearía volver ahí".

Para el Dr. Manuel Triana buscar un cambio hacia una nueva moralidad es una quimera. Además, habría que dimensionar en cuáles actitudes se centraría la nueva moralidad. Por ejemplo, pensar en no viajar tanto, bajar el consumo o decidir mejor por quien votar.

"Yo si quiero una nueva moralidad, una más humana, que nos permita vivir conforme a las posibilidades del planeta, o una en que haya una distribución de bienes, no hablo de riqueza ...."

Inspirado en las ideas de Peter Singer, el Dr. Triana abraza el optimismo y considera que la pandemia podría heredar una vida más humana e inclusiva si se toman en cuenta aquellos que nos parecen diferentes y por ello han sido excluidos.

"La moralidad comienza a tomar forma con las palabras y en eso la pandemia puede ayudar si el lenguaje atiende más a las inclusiones que a las exclusiones que es lo que marcaría el progreso moral; ¿de dónde saldrá el discurso inspirador? ¿de qué agentes? es muy difícil preverlo", concluye.