Nº 8, agosto,
2020
Ética, moralidad en la
pandemia
Entre la incertidumbre
y la ambigüedad humana
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"La bolsa o la vida", dicotomía
tramposa
·
Educación, clave para una nueva
moralidad
William Mora M.
wmora@conicit.go.cr
En el barullo de voces que saltan en medio de la
pandemia del Covid-19, encontrarle sentido a la vida se ha vuelto un reto
existencial, a veces encallado en las actitudes de pragmatismo como el -¡Voy
a jugármela! - y, otras ocasiones, recurrente
en reflexiones de cómo sobrevivir frente al riesgo.
Reporte RCT presenta en esta edición las visiones de cinco
académicos nacionales, quienes aceptaron revisar las aristas ético-morales de
la pandemia del Covid-19.
Se trata del teólogo y sociólogo Alberto
Rojas, profesor de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la
Universidad Nacional (UNA), el Máster Alfonso Chacón, profesor de derecho y
miembro del Comité Ético Científico de la Universidad de Costa Rica (UCR). Y
un panel de filósofos constituido por los doctores Manuel Triana y Eval Araya junto con Mphil.
Jimmy Washburn, todos docentes de la UCR y miembros
de la Academia Costarricense de Filosofía.
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Panel convocado por el Conicit: Dr. Eval Araya, Mphil. Jimmy Washburn y Dr. Manuel Triana académicos de la UCR y
miembros de la Academia Costarricense de Filosofía.
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Dicotomía tramposa
"Salvar la vida
o salvar la bolsa", como lo analiza el Dr. Eval Araya,
es sistemáticamente un enunciado tramposo; ya que parte del supuesto que la
"vida" y la "bolsa" en abstracto pueden subsistir de manera excluyente, en una
oposición binaria; eso en la realidad no es así.
Para su colega
el Mphil. Washburn, si se
tuviera que escoger qué es primero se debería privilegiar la vida; sin embargo,
en el contexto económico en el que vivimos "no hay vida sin bolsa".
Ambos
académicos se refieren a la pugna abierta que se ha planteado entre distintos
sectores de la empresa privada y el Gobierno por la apertura de las actividades
económicas deprimidas por la pandemia. Se demanda un diálogo abierto para
ponerle límites "racionales" a las medidas sanitarias encabezadas por el
Ministerio de Salud.
Según lo
percibe el sociólogo Alberto Rojas, esta disyuntiva no existiría si viviéramos
en una sociedad que planifica sus recursos y hace una adecuada gestión de los
riesgos.
La crisis del
Covid-19, en plano de la economía familiar y nacional ha agotado la capacidad
de ahorro por su extensión en el tiempo y el impacto en la salud humana; las
consecuencias en la actividad económica local e internacional son también
evidentes.
En esta
coyuntura -opina Rojas- el Estado debiera convertirse en un moderno "Robín
Hood", para ayudar a los más vulnerables dado que será difícil que quienes
posean más capital de buenas a primeras decidan, por un imperativo ético,
distribuyan su riqueza.
"No se trata de
hacer que los ricos se empobrezcan; se buscaría lograr una buena distribución a
partir de impuestos solidarios, y que no se vea esto como un acto de caridad",
agrega Rojas.
Desde una perspectiva bioética, para el Máster Alfonso Chacón el dilema
entre "la bolsa o la vida" se resuelve de igual forma con la mediación del
Estado y sus órganos de la seguridad social, dictando políticas asistenciales
hacia la población en riesgo como una respuesta a sus necesidades.
Con los índices de informalidad y de desempleo que registra el país "la
bolsa" se tornó en un factor vital para la sobrevivencia ante la calamidad. Así,
desde el punto de vista jurídico, se requiere ponderar los intereses entre lo
público y lo privado, aunque no sea una ecuación simple.
El escenario
real de las disputas ya se ventila en los medios de comunicación, donde se
cuestiona el por qué se abre o se restringe a unos y a otros no.
Sin embargo,
para el Máster Chacón, en el rompecabezas de la pandemia ha faltado mayor
claridad en los parámetros de la razonabilidad. En su criterio, los horarios
dispuestos de la restricción vehicular impiden la movilización adecuada de los
habitantes y afectan directamente la actividad económica. Las últimas
disposiciones del Gobierno de ampliar el tiempo para movilizarse en vehículos
parecen darles la razón a estas críticas.
Máster Alfonso Chacón,
Miembro de la Comité Ético Científico de la UCR.
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Uno ya siente
el efecto de la pandemia en los hombros en cuanto a la libertad individual;
esto no termina y no se sabe cuándo se volverá a la normalidad", añade
Chacón.
Proteger
la vida
En la escala de los derechos humanos el valor
supremo es proteger la vida; sin embargo, como lo considera el filósofo Jimmy
Washburn decirlo es una cosa y dimensionar su
significado es otra.
A esta realidad se enfrentará el personal médico
cuando deba decidir a quién asignarle los recursos hospitalarios si hay
saturación de pacientes, aquejados por todo tipo de afecciones, no solo por
el Covid-19.
"Nadie
debería correr mayores riesgos, aunque es comprensible destinar recursos para
atender los pacientes infectados por el Covid-19; el punto es que la vida de
nadie puede verse perjudicada", enfatiza.
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La crisis
contrasta con la irresponsabilidad de los que deambulan por las calles como si
no estuviera pasando nada y, circunstancialmente, podrían convertirse en
demandantes privilegiados de los servicios sanitarios.
Para el Dr.
Manuel Triana la pandemia le retrae a lo expuesto por Tomás Moro en el libro
"La Utopía"; ahí se muestra la imagen ideal de un Estado social en donde la
salud tiene un valor central. En ese mundo descrito por el autor del siglo XV,
se aspiraba a una organización superior tanto de los individuos como de las
instituciones; sin embargo, la realidad actual dista mucho de esa fábula
política y lograr un equilibrio entre las fuerzas económicas y sociales parece
imposible.
Según el Dr. Triana todo apunta al concepto de
"ambigüedad" que es intrínseco a la vida humana; no es fácil tomar decisiones
que involucran vidas.
"En el caso de los médicos eso se materializa cuando tienen que decidir
si enviar a los pacientes a una unidad de cuidados intensivos; esto podría
implicar dejar a unos sin atender", puntualiza.
Y la complejidad aumenta cuando se reflexiona sobre las implicaciones
morales de los actos. "La ética no es como algunos piensan, la ciencia
normativa de acto humano, como algo que cae del cielo; la ética es más bien una
reflexión a posteriori sobre normas y acciones, a veces asociadas a
situaciones extremas, con el fin de lograr mejores normas y actuar mejor."
En
consecuencia, para este filosofo es difícil resolver la disyuntiva de abrir o
cerrar actividades económicas y defender la vida; más aún resulta sopesar una
cifra de muertos como tolerable en medio de la pandemia.
Bajo una
perspectiva estoica según la cual es necesario discernir lo que depende de
nosotros y lo que no, valora el Dr. Triana, se deberían considerar a las
enfermedades como algo natural y parte de la vida, igual que la muerte. Ya que
ni la economía ni la ciencia nos pueden dar todavía una solución viable, "se
morirán en su momento los que deban morirse."
Convivencia en la pandemia
Establecer los
límites de la convivencia social en medio de la pandemia resulta una tarea compleja
de resolver, porque se observa una diversidad de comportamientos individuales y
colectivos que, en algunos casos, generan conflictos de variada intensidad.
Por
un lado, está la población que de manera voluntaria se ha confinado y cumplido
con los dictados sanitarios, y por el otro, los grupos de personas,
especialmente los jóvenes, quienes en abierta rebeldía se aglomeran, organizan
fiestas clandestinas, o desafían la autoridad.
También
aparecen aquellas personas que "se brincan la cerca" para buscar comida. Como
lo refiere el sociólogo Alberto Rojas, en el país existe un millón de personas
con empleos informales. "Viven al día con lo que hacen; si tienen familia esta
gente no tiene nada que perder", comenta.
En muchos
casos, los conflictos en las barriadas con la policía surgen de la frustración
acumulada por los individuos; el consumo de alcohol y las drogas son formas
evadir la situación.
"Cuando llega la policía porque alguien hizo una
denuncia es como avivar el fuego... Algunos inclusive podrían ver el
encarcelamiento como un medio para estar mejor: con techo, comida y
aislamiento", indica Rojas.
La contradicción se acentúa cuando las personas no
ven justo el mandato: "-Quédese en casa- o lo que es lo mismo cuídese para
que cuide a la sociedad; ¿y cuándo la sociedad me ha cuidado a mí?",
puntualiza el sociólogo al ilustrar la situación.
Una de las actitudes dominantes de la convivencia
social en medio de la pandemia es lo que Rojas identifica como el "pánico
moral"; es decir, temerle a alguien o a un grupo por una causa determinada;
entonces, se busca su aislamiento o quitar derechos porque "son la fuente del
problema".
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La policía recibe denuncias constantes de fiestas clandestinas.
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Por esta razón, en este momento vivir en Pavas, Alajuelita,
Desamparados o Hatillo es una suerte de maldición extra a la pandemia por lo
que muchas personas han perdido su empleo.
Según el Máster
Alfonso Chacón la pandemia ha desnudado las carencias y las desigualdades, las
omisiones de las políticas públicas; desde la falta de acceso a una vivienda
digna hasta la marginalidad en uso de las tecnologías de la información.
"Miles de
estudiantes están confinados sin posibilidad de cumplir el calendario
académico; mientras, los sectores medios y acomodados han seguido con la
educación por medios virtuales", señala.
Pesimismo versus responsabilidad
Las
manifestaciones públicas de grupos negando la existencia de una pandemia y los
brotes de desobediencia civil generan pesimismo sobre el control efectivo del
Covid-19.
Para el
filósofo Jimmy Washburn el espíritu solidario de
parte de la ciudadanía hacia los afectados por el Covid-19 se ha disipado y en
su lugar han emergido actitudes individualistas del "sálvese quien pueda".
En opinión del Dr. Eval Araya ha faltado
promover un discurso centrado en las consecuencias, así como subrayar las
fortalezas del ser costarricense para generar identidad y un "carácter moral
superior", sustentado en los valores de la solidaridad y la tolerancia.
"Me disculpan los señores del Gobierno, pero yo siento que las
conferencias de prensa son muy regañonas e incluso también manipulan
emocionalmente", agrega.
Para Araya estos espacios serían ideales para mostrar científicamente los
efectos de la pandemia, algo más educativo.
Como lo observa el Dr. Manuel Triana, tomar decisiones no es lo más
difícil; lo es el asumir la responsabilidad de lo decidido.
Parte de la
crisis social que vivimos se asienta en la incertidumbre y en lo que Triana
denomina como "inseguridad existencial". Para él, esas reacciones están en el
abanico de conductas normales de las personas; son esperables.
Explica que
siempre como parte de la "ambigüedad" se va dar una lucha entre el pluralismo o
diversidad y las ambiciones individuales; "eso de que todo tiene que ser lo que
yo digo", añade.
El Dr. Eval Araya lo conceptualiza con una analogía suspicaz: "El
ser humano se acuesta Neandertal y se levanta al día siguiente Sapiens".
Desde su
perspectiva la evolución humana es reciente en todas sus dimensiones y por ello
en el orden social no tenemos una noción antropológica integral; eso que
Aristóteles denominaba como el "zoon politikon".
Según este filósofo la humanidad debe dar un salto evolutivo hacia una
racionalidad resultado de procesos neuro educativos;
en sus palabras: "Entender que yo no soy el final sino el principio de una
cadena integral total..."
La CCSS ha realizado pruebas masivas de Covid-19 en zonas como Alajuelita. (Fuente: CCSS).
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Los límites de la convivencia derivan además en el
ejercicio de la responsabilidad individual; como lo afirma el máster Washburn son innegociables conductas como lavarse las
manos, cubrirse la boca o el distanciamiento social.
En cambio, sí podría ser una suerte de acuerdo el
cómo disponer el dispensador de alcohol, el aforo de un espacio o los
horarios de apertura.
En el mismo sentido, se pronuncia el Dr. Triana
quien asegura que hay que ponerle énfasis a la educación para sobrevivir en
la pandemia; para él la forma como los hospitales han implementado los
protocolos son un ejemplo a seguir para convivir con el virus.
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A juicio de los
filósofos entrevistados conviene que las campañas preventivas contra el virus
enfaticen la responsabilidad y no la culpa; del mismo modo, eludir el temor en
los mensajes porque se genera inacción y mecanismos de control de quienes
ejercen poder.
Liderazgo y palabra
En otra
dimensión, la pandemia ha desnudado la incapacidad de quienes dirigen las
instituciones.
Según el Dr.
Triana ya Maquiavelo desde el siglo XV había interpretado el liderazgo como un
ejercicio para mantenerse o conquistar el poder; en ese arte "los príncipes"
necesitaban apoyarse en el ejército, la nobleza o en el pueblo, dependiendo de
las circunstancias. ¿Hoy es diferente?
El desempeño
ético-moral de los líderes no tiene una ruta fácil. Algunos atributos como el
carisma suelen ser naturales en los individuos; en otros casos, el liderazgo se
sujeta al contexto y a las coyunturas históricas.
"El liderazgo
no es un don metafísico pre-adquirido sino más bien una construcción
histórica", acentúa el Dr. Eval Araya.
En la situación
actual -explica Araya- se confunde al líder con el sistema; lo que ha
evidenciado más fallas en este momento es el sistema, porque se rige por una
moralidad individualista y no colectivista. Y desde luego, en este entorno,
quienes están en el ejercicio del poder político suelen quedar más expuestos.
"En aguas
tranquilas cualquiera es buen capitán; en aguas turbulentas en cambio el
capitán tiene que ser el mejor; no cualquiera, porque hay que captar con la
rapidez del caso, la dirección de las corrientes, si no se hunde el barco...",
agrega Araya.
Para el
sociólogo Alberto Rojas, la historia alrededor de la pandemia tendría que
resaltar a los sistemas de salud en lugar de a las personas. A su criterio,
como en otras situaciones de riesgo, pasada la crisis conviene realizar un
"análisis forense" para aprender del éxito o del fracaso y, a la vez, honrar la
memoria de los muertos.
Según lo expone
el Máster Alfonso Chacón, hay que apelar al principio de la "justicia
distributiva", postulado que busca atender los efectos negativos o positivos en
la sociedad en el marco de la crisis, así como la distribución de los efectos
directos sobre las personas. Habría que
preguntarse quién o quiénes van a sufrir los embates de la pandemia con mayor o
menor incidencia sobre sus vidas.
El liderazgo en
tiempos de pandemia sopesaría interés público genuino y no el personal; y
evitaría el deseo exacerbado de figuración.
En las redes
sociales -como lo apunta el Dr. Jimmy Washburn- se ha
desatado "un ruido" de voces impresionante en torno al Covid-19 y sus efectos,
lo cual ha disparado sentimientos de amenaza e inseguridad.
"Mire, evito
oír el mayor número posible de voces que hablan de la pandemia; me limito a
consultar noticias cuando necesito saber un dato",
dice.
Para Washburn para afrontar la pandemia requiere de una voz que
dé seguridad; que ayude a entender cómo vivir mejor o arroje luces de lo que
nos espera.
El Dr. Eval Araya concuerda con privilegiar algunas voces en medio
de la algarabía. Para él, los discursos no son ingenuos o neutrales; siempre
hay intereses desde alguna posición, todas las voces siempre reflejan una
intencionalidad.
Desde la neuro
epistemología muchos de los mensajes en las redes sociales estimulan primero
el nivel emocional, y menos el racional. Ahí se ubican los descalificativos a
las acciones de gobierno o de otros sectores.
Nueva moralidad; nueva
normalidad
La expectativa pos pandemia de una nueva normalidad
y una nueva moralidad resulta un espejismo conceptual sin sustento. Al menos
así lo visualizan los filósofos Araya Washburn y
Triana.
Volver a las condiciones de enero del 2020 puede ser
una meta loable de los sectores de la producción; sin embargo, al no
visualizarse el término de la crisis parece imposible subsanar el consumo de
bienes. Al final, quizás sea la austeridad la que termine dominando las
actitudes de las personas.
"No existe eso de volver a la normalidad; ¿cuál
normalidad? Vean todo lo que ha pasado en estos meses, era algo que no se
tenía pensado", describe Washburn.
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"Jugársela" para comer, el dilema de miles de desempleados.
(Fuente: BID)
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El Dr. Eval Araya va más allá cuando afirma que la "normalidad" no
existe; lo que existe es aquello a lo que estamos acostumbrados a vivir; por
ejemplo, el confort. Para el filósofo este discurso se ha creado como una
"tabla de salvación". "Lo presente es la
crisis, el cambio permanente; eso es lo normal," añade.
"¿Quién querría
volver a la normalidad de la mayoría? La de los ranchos.... Yo no desearía volver
ahí".
Para el Dr.
Manuel Triana buscar un cambio hacia una nueva moralidad es una quimera.
Además, habría que dimensionar en cuáles actitudes se centraría la nueva
moralidad. Por ejemplo, pensar en no viajar tanto, bajar el consumo o decidir
mejor por quien votar.
"Yo si quiero
una nueva moralidad, una más humana, que nos permita vivir conforme a las
posibilidades del planeta, o una en que haya una distribución de bienes, no
hablo de riqueza ...."
Inspirado en
las ideas de Peter Singer, el Dr. Triana abraza el optimismo y considera que la
pandemia podría heredar una vida más humana e inclusiva si se toman en cuenta
aquellos que nos parecen diferentes y por ello han sido excluidos.
"La moralidad comienza a tomar forma con las palabras
y en eso la pandemia puede ayudar si el lenguaje atiende más a las inclusiones
que a las exclusiones que es lo que marcaría el progreso moral; ¿de dónde saldrá el discurso inspirador? ¿de qué agentes? es
muy difícil preverlo", concluye.
Cuadro de
datos
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Opiniones en
alto contraste
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La
solución entre economía y salud pasaría por consolidar tejido social, las
redes sociales en lo inmediato.
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"El
pánico moral" es temerle a alguien o a algo o a un grupo social, porque
causa determinado tipo de problemas.
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Necesitamos
buenas noticias, sin desconocer el problema; poner de relieve aquellas iniciativas
de apoyo social y comunitario.
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Lic. Alberto Rojas: Teólogo, sociólogo y profesor de la
Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la UNA.
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Desde
el punto de vista jurídico la vida humana es inviolable, y todas las
vidas son igual de importantes: se debe hacer lo posible por cumplir este
postulado.
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La
gente en este tipo de coyunturas quiere oír voces de esperanza...algo así
como el flautista de Hamelin.
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En
la pandemia hay que valorar todas las diferentes lógicas, no solo las
sanitarias. La lógica de la subsistencia de la gente obligada a salir,
pues requiere ganarse su sustento fuera de los límites de su casa.
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Máster Alfonso Chacón: Abogado laboralista, con un posgrado en
derechos humanos de la Universidad de Alcalá de Henares, España. Miembro
del Comité Ético Científico de la UCR.
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Evito
oír el mayor número posible de voces que hablan sobre la pandemia; me
limito a consultar noticias cuando necesito un dato.
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Son
tiempos en que necesitamos una voz que nos dé seguridad; una voz que nos
ayude a entender cómo vivir.
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Volver
a la normalidad es falso, no existe eso; no tenemos ni idea de cómo va
estar el país de aquí a un año.
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Mphil.
Jimmy Washburn: Profesor catedrático de la UCR, especialista en
filosofía medieval y ética; miembro de la Academia Costarricense de
Filosofía.
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Ninguna
escucha ni ningún decir son ingenuos ni neutrales; esas voces siempre
tienen una intencionalidad.
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En
estas coyunturas de tanta incertidumbre y de inseguridad existencial son
normales conflictos de convivencia.
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El
miedo es lo más primigenio, pero desde luego el ser humano es más que
miedo. Hay mecanismos establecidos en la sociedad que fomentan el temor
porque este genera poder y dominio.
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Dr. Eval
Araya: Especialista en neuroética y filosofía medieval, profesor de la UCR,
Recinto Tacares. Presidente de la Academia Costarricense de Filosofía.
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La
ambigüedad es parte de lo humano, no es tan fácil tomar decisiones que
involucran vidas, pero hay que tomarlas.
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En
ese mundo ideal, gente con autoridad de pensamiento, de ciencia y arte,
estaría dirigiendo la comunicación. No los especialistas en sucesos y
escándalos.
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Lo
más difícil no es tomar decisiones, lo más difícil es atenerse a lo
decidido.
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Dr. Manuel Triana: Profesor catedrático en la Escuela de Filosofía,
UCR; especialista enética, filosofía contemporánea y miembro de la
Academia Costarricense de Filosofía.
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Cuadro de datos
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Créditos:
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y edición:
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