La ciencia diversa es mejor
ciencia
Un 28% de los científicos LGTBIQA+ en Reino Unido
ha estado a punto de dejar el trabajo por el ambiente de discriminación. En
España acaba de constituirse la asociación PRISMA para aumentar la visibilidad
de este colectivo en el mundo científico
JAVIER ARMENTIA AGENCIA SINC
4 JUL 2019 - 18:59 CEST
Un
hombre sostiene una pancarta que dice ARUN SANKAR AFP
Hace unos días, conmemorando el día del orgullo LGTBIQA+ y los 50 años
de los altercados de Stonewall que marcaron el
comienzo de estas celebraciones reivindicativas, tres importantes instituciones
británicas, el Institute of Physics,
la Royal Astronomical Society
y la Royal Society of Chemistry
presentaban un informe conjunto (Exploring the workplace for LGBT+ physical scientists), donde se encuestaba a personas dentro
de las ciencias básicas sobre su situación y qué implicaba en el desempeño de
su profesión.
El informe revela que un 28% de las personas LGTBIQA+ del mundo de las
ciencias físicas en el Reino Unido han considerado en algún momento de su
carrera científica dejar su trabajo por el ambiente de discriminación que
vivían por su condición afectiva o sexual. El porcentaje aumenta al 50 % en el
caso de las personas trans.
El hecho de que casi todos hayan sentido hostilidad nos indigna y debe
mover a la acción, como comentaba en un seminario sobre ciencia diversa e
inclusiva organizado por la Sociedad de científicos españoles en el Reino Unido
(CERU/SRUK) el pasado 6 de junio el astrofísico y divulgador Alfredo Carpineti, fundador de la asociación Pride in STEM y promotor desde 2018 de la celebración, el 5 de
julio, del día del orgullo LGTBIQA+ en las disciplinas de ciencia, tecnología,
matemáticas e ingeniería: #LGBTSTEMDay.
La discriminación existe y muchos
optan por adoptar una normalidad que no parezca conflictiva
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Sin embargo, si preguntáramos en cualquier centro de investigación,
laboratorio, empresa tecnológica o universidad si existe alguna
discriminación frente a la diversidad afectivo-sexual, todos dirían que no,
que todo lo contrario, que ser lesbiana, homosexual, bisexual, transexual o
de género no conforme o creativo no tiene nada que ver ni con el desempeño en
la labor científica o tecnológica, ni por estas razones se excluye o minoriza a ninguna persona.
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¿Qué sucede entonces? Para quienes
vivimos nuestra realidad no cisheterosexual, sin
embargo, la realidad es obvia: la discriminación existe y muchos optan por
adoptar una normalidad que no parezca conflictiva. Si tienes suerte, esto te
facilitará una carrera más o menos relajada en el mundo de la ciencia. Siempre
que, claro, no te toque, por tu trabajo, tener que desplazarte a países en los
cuales se discrimina a las personas LGTBIQA+, donde tendrás que plantearte
volver al armario, olvidarte de tu pareja o convertirte en ese científico
estereotipado, con un punto ‘friki’ pero sin ‘mariconás’,
que queda bien en cualquier sitio por lgtbiófobo que
sea.
Diversos estudios, como el Queer in STEM
iniciado en 2013, que realizó encuestas a personal científico de diversas áreas
preguntándoles por su situación personal y su percepción en el centro de
investigación o de trabajo, muestran que las áreas científicas más igualitarias
en género son habitualmente más inclusivas también en otros aspectos como la
diversidad sexual. Áreas más masculinizadas, por el contrario, resultan menos
inclusivas.
El informe de la American Physics Society estadounidense Ambiente LGBT en Física, publicado en 2016, mostraba cómo
en EE UU las normas sociales establecen de hecho una discriminación. Más del
40% de las personas encuestadas estaba de acuerdo con la siguiente afirmación:
"Se espera que los empleados no actúen de manera demasiado gay". El ya
mencionado informe británico actualiza los datos en un contexto europeo. No hay
todavía estudios análogos en España, pero podemos hacer una razonable
adaptación. Incluso más negativa, porque la realidad LGTBIQA+ en la ciencia
española es casi completamente invisible.
Ciencia diversa
española
En España, en un análisis
personal que hice en 2018 consultando a las 75 sociedades científicas que
componen la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) pude
comprobar que ninguna de ellas ha constituido un grupo de estudio, ni
emprendido acciones específicas, referidas al colectivo LGTBIQA+. No hay
investigaciones que analicen si las personas asociadas viven situaciones de
desigualdad, ni tampoco se ha realizado una campaña inclusiva en estos años.
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En
el informe de la American Physics Society de 2016, más del 40% estaba de acuerdo con lo
siguiente: "Se espera que los empleados no actúen de manera demasiado gay"
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En otros
países, sin embargo, se ve que todas las sociedades científicas llevan años
trabajando estos temas. En EE UU y Reino Unido se organizan acciones
específicas: los Pride months, encuentros de
científicos y científicas LGTBIQA+, y elaboración de documentos como la Guía de inclusividad LGBT+ en Física y
Astronomía elaborada en 2018 por la American Astronomical
Society.
Sin embargo, la situación ha cambiado esta primavera, cuando
constituimos una asociación que, como otras existentes por todo el mundo, lleva
el distintivo de la diversidad: PRISMA,
Asociación para la Diversidad Afectivo-Sexual y de Género en Ciencia,
Tecnología e Innovación. Presentada el viernes 28 de junio en Barcelona y el 4 de julio en Madrid, PRISMA no solamente quiere aumentar
la visibilidad de las personas LGTBIQA+ en los ámbitos científicos, sino
aportar nuevos modelos de ciencia, que la hagan más inclusiva, con perspectivas
amplias y con una clara vocación de activismo por la ciencia y contra las pseudociencias.
Nos parecen alarmantes las recientes noticias sobre el apoyo de diversas
instancias a las terapias de conversión, una práctica denunciada por todas las
autoridades científicas como una actividad anticientífica y peligrosa, con consecuencias
a veces devastadoras para las familias implicadas; o fenómenos como el autobús transfóbico de asociaciones fundamentalistas, que invocaba
a la ciencia para confundir mensajes en torno a sexo y género, especialmente
sensibles en un sector, el de la transexualidad, que ha estado patologizado hasta hace poco más de un año por la OMS.
En unos años en los que la ciencia ha comprendido que conseguir una
sociedad más igualitaria también es su lucha (la nuestra), PRISMA plantea una
ciencia más diversa y anima a proponer referentes, algo que sigue siendo
fundamental, como comentaba hace unos días en una entrevista en SINC la matemática Marina Logares. En el
manifiesto que marca la presentación oficial de PRISMA se especifica esta
necesidad, así como la de iniciar y promover investigaciones que permitan crear
espacios de estudio y trabajo más inclusivos y diversos.
Cuando el entorno es inclusivo y diverso, se produce una ciencia de más
calidad. Esto se mostraba en una publicación conjunta
de las revistas Nature y Scientific American en
septiembre de 2014 en el caso de diversidad étnica, y se ha podido comprobar en
otros ámbitos: el impacto de la ciencia que planta redes amplias y diversas
está medido en diversas investigaciones. Y en cierto modo, aunque la ciencia
fuera igual de buena o mala, el viaje también habría merecido la pena.
Es algo que ahora comenzamos a comprender como algo evidente en el caso
de hombres y mujeres en ciencia. Ir un poco más allá para aceptar las
diversidades afectivas parece un paso lógico.
Javier
Armentia es
astrofísico y divulgador de la ciencia, miembro de la asociación PRISMA. Desde
1993 es director del Planetario de Pamplona.